lunes, 27 de febrero de 2012

UNA NOVELA Y LA MUERTE
Escribe Carlos Sforza*
El 7 de noviembre de 2011 se dio a conocer la novela ganadora del XXIX Premio Herralde de Novela por el jurado que integraron Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Fox y el editor Jorge Herralde. Como se hizo público por los diversos medios de comunicación, el premio recayó en la novela escrita por Martín Caparrós y editada en el mismo mes y simultáneamente en España y la Argentina. Se trata de “Los Living” (Editorial Anagrama, Buenos Aires, 2011, 432 pp.).
EL AUTOR
Martín Caparrós es ampliamente conocido en nuestro país y fuera de él. Es un escritor que podríamos decir mediático y, lo es por su obra y por ser a la vez un hombre polémico. Como se escribió en II Manifiesto, es “Un perturbador sistemático, un sembrador de dudas”.
Anteriormente obtuvo el Premio Planeta Latinoamérica, El Premio Rey de España, la beca Guggenheim y ha publicado una veintena de libros a los que se suma “Los Living” premiado en España.
EL LIBRO
Caparrós plantea una estructura novelística no convencional. Diría que es más bien transgresora de los cánones y, a la vez escrita a manera de una crónica donde se intercalan diverso tiempos, personajes y lo hace con una prosa trabajada y, con un uso para mí excesivo de palabras que suenan soeces en medio y a lo largo de toda la historia. Son palabras que vulgarizan el texto que, debo aclararlo, está muy bien pensado y, sobre todo, que con el avance de la lectura se vuelve cada vez más atrapante.
Nito, el personaje central, el que narra la historia desde antes de su concepción en el vientre de su madre, nace el día de la muerte de Perón. Ese día de llovizna pertinaz de julio de 1974. S u padre lo anota como Juan Domingo Remondo. No sabe el protagonista si era porque su padre admiraba al Presidente muerto o porque lo odiaba y por su muerte le puso sus dos nombres. Nito, como lo conocen todos, prácticamente no conoció a su padre que murió en un accidente atropellado por una automóvil en una calle de Buenos Aires.
La muerte, esa sombra que nos acompaña desde que nacemos, signa la vida del muchacho. Recibe las chanzas y burlas de sus compañeros de colegio primario y vive con un encono permanente hacia su madre que ha hecho pareja con Beto, quien antes trabajada en el taller de chapa y pintura de su padre.
La vida de Nito transcurre en una duda permanente. Era inteligente según decían en la escuela y lo repetía su madre. Pero resulta un personaje muchas veces contradictorio, que vive transitando diversas sendas, donde siempre aparece la sombra de la muerte. El encuentro con el Pastor Trafálgar lo cambia porque se dedica a ser el pregonero de la muerte que anuncia primero, casa por casa a los hombres que lo quieren recibir y escuchar y luego desde el púlpito del Pastor, en un galpón. Escala posiciones hasta llegar a un teatro donde dos días a la semana era el orador de la muerte que anunciaba sin “anestesia” a los feligreses reunidos. Llega un momento en que acosado por las dudas y el miedo, escapa del teatro y desaparece.
Paralelamente se desarrolla entre esos capítulos la otra historia de Nito junto a Carpanta y Titina, donde Carpanta, acosado por la droga y la locura planea hacer la gran revolución del arte en la Argentina. Y esa historia requiere de Nito para que pueda dar resultado, con el embalsamamiento de muertos y su colocación en el living de la casa. De esa forma la muerte se supera y siguen entre los vivos. Esa operación, que es incluso apoyada por una ley nacional, hace que a los muertos embalsamados no se lo llame así sino sencillamente los living. Sin dudas estamos ante una novela que va de la farsa a la realidad de la muerte, donde hay un brasilero aprovechador (el Pastor), un hombre autoritario y a la vez poseído por ser el gran artista (Carpanta), y el protagonista principal (Nito) cuya vida transcurre en un continuo sobresalto, en una duda permanente, en un preguntarse una y otra vez por el gran misterio de la muerte y hacerse cómplice del Pastor y de Carpanta para llegar a un final yo diría polémico donde envalentonado se casa con Susana Jiménez y concluye la obra con la figura de Nito que es “uno de los personajes más respetados de la patria y hay quienes suponen –aunque él sigue negándolo- que no pasará mucho tiempo antes de que se presente a una elección presidencial. Que, sin duda, ganará por muerte”.
Desde el comienzo al final, aparece de una u otra forma, con uno u otro disfraz, la muerte. La novela resuma humor, y nos da una visión ácida del mundo. La fiesta en la Sociedad Rural, con los perfiles recortados de famosos y no tan famosos que asisten, donde Nito anuncia la gran revolución de los living es una farsa excelentemente armada.
Salvando el uso desmedido de ciertas palabras y escenas que el autor coloca porque cree, como escritor, que debe hacerlo, y un final un poco cantado, estamos ante una novela con más de cuatrocienta páginas, que se hace leer con marcado interés y muestra el estilo y la creatividad de un escritor de fuste como sin dudas es Martín Caparrós.

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