SOBRE JOSEPH RATZINGER
Escribe Carlos Sforza*
Desde que el Papa Benedicto XVI,
Joseph Ratzinger, anunció su dimisión al papado que ocurrirá el 28 de febrero
de este año, se ha escrito, hablado y comunicado por diversos canales, mucho
acerca de esta decisión de la que no se tenía noticias desde hace 600 años.
Se han conjeturado muchas hipótesis
sobre los motivo de la renuncia, aunque en su carta en latín el Papa fue claro
y contundente. Expresó que “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente
mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no
tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino.”
Indudablemente hay que tener un
criterio sano, una gran fortaleza espiritual, y una sinceridad y visión claras,
para tomar una determinación de la envergadura como es renunciar al papado.
El régimen de la Iglesia Católica al respecto,
es el de una monarquía perpetua salvo que, por razones valederas y en plena
libertad, el Papa renuncie a su mandato de ser la cabeza de la Iglesia en la tierra. Y
eso y no otra cosa es lo que ha hecho Joseph Ratzinger.
TIEMPOS DIFÍCILES
A Benedicto XVI le tocó dirigir la Iglesia en tiempos
difíciles. Y lo son por las acuciantes cuestiones que sacuden temporalmente a
la misma. Es decir, por los desafíos y las realidades que se deben enfrentar.
Benedicto puso todo su esfuerzo en
tratar de afrontar y solucionar muchos de esos desafíos. Así tuvo la fortaleza
para condenar las aberraciones sexuales de miembros del clero convertidos en
pedófilos. Para buscar un acercamiento con otras religiones y, sobre todo,
después de su desgraciado discurso de Ratisbona (2006) donde molestó en forma
clara al Islam. No obstante ello, hay temas pendientes que, lógicamente
trascienden a través de los medios y de las opiniones de especialistas, tanto
dentro del clero como del laicado. Se preocupó por la inclusión de muchos
hermanos que por razones de ser divorciados no pueden recibir el sacramento de la Eucaristía , por tratar
de sanear las finanzas vaticanas y, una llaga que hace temblar a muchos, por
las tramas dentro de la curia romana, por cuya reforma muchos claman.
Todo esto, ante la edad avanzada
del Papa y la falta de fuerzas para afrontar temas pendientes y que se
multiplican en un mundo sumamente globalizado, han llevado a Joseph Ratzinger a
resignar el cargo y la misión de ser Papa.
A la vez, es el desafió que el
cónclave de cardenales tendrá que tener presente en la elección del futuro
pontífice. Porque a quien sea ungido Obispo de Roma y Jefe del Catolicismo, le tocará
enfrentar, afrontar y buscar una salida acorde con lo que es la misericordia y
el amor que viene de Cristo y al que debemos devolver desde la fe y la caridad
como dijo el propio Benedicto en su Mensaje para La cuaresma del 2013.
TRAYECTORIA
El renunciante, Joseph Ratzinger
tiene una trayectoria excepcional como teólogo y pensador. Para dar una idea de
su talento y sus formación, debemos tener presente que cuando sesionó el
Concilio Vaticano II, él junto al téologo Hans Küng y al teólogo Karl Rahner fueron
los que inspiraron muchas de las decisiones de los padres conciliares. Si bien
es cierto que en muchas ocasiones difirieron en cuanto a temas profundos, no es
menos cierto que insuflaron de vida las sesiones del Concilio al cual, conforme
lo dijo el propio Ratzinger con motivo de su renuncia, hay que regresar y logar
que se cumpla lo resuelto en el Vaticano II.
Precisamente Ratzinger publicó
varios libros sobre las conclusiones y proyecciones de los resultados de la
reunión conciliar. Entre ellos en 1965, en traducción y bajo el sello de
Ediciones Paulinas, leí en su momento “La Iglesia se renueva”, “La Iglesia se mira a sí
misma”, “Resultados y perspectivas en la Iglesia Conciliar ”.
Siempre he tenido a Joseph Ratzinger por un estudioso, un teólogo, un hombre de
pensamiento serio, razonador y que no elude la discusión o “disputatio” como
decían los medievalistas, aunque, y debo aclararlo, en algunos aspectos no
comparta todo lo que él ha escrito. Entre esto último está la famosa
“Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación ” (1984)
cuando era Prefecto de la “Congregación para la Doctrina de la Fe ” que tuvo la aprobación del actual
beato, entonces Papa Juan Pablo II.
Pero siempre vi en Joseph Ratzinger
al hombre de estudio, no mediático ni mucho menos carismático, como su
predecesor en el papado. Ratzinger era y es un hombre de estudio, de estar en
la investigación, en la meditación y reflexión. Quizá el papado fue para él
como muchos han dicho, una especie de ofrenda que tuvo que dar al aceptar ser
Papa, para servir y devolver a la
Iglesia el Amor que Cristo puso de manifiesto al momento de
la creación y en su entrega en la
Cruz.
COLOFÓN
Dejé pasar unos días desde el
anuncio de la renuncia de Benedicto XVI para escribir esta nota. Al hacerlo
advierto la humildad de las palabras del Pontífice en su renuncia. Y la
valentía para romper 600 años de tradición vaticana y hacer saber al mundo
(católicos y no católicos) que hay momentos en que se debe dar un paso al
costado. Que no somos eternos y no vale de nada querer quedar “atornillado” a
un cargo.
Joseph Ratzinger nos ha dado un
ejemplo que es valedero hoy en día, cuando la gran mayoría busca mantener una
posición determinada aunque no le den las fuerzas, ni el talento ni la
aprobación de los fieles y del pueblo al que se debe servir.