viernes, 29 de julio de 2011

UN GRAN ESCRITOR OLVIDADO
Escribe Carlos Sforza*
Nuestro país es en muchos aspectos contradictorio. Hay, en el campo estrictamente literario, una especie de amnesia que con el correr de los años suele profundizarse. Aunque, hay que decirlo también, suelen suceder rescates, resurrecciones de escritores olvidados.
Si quisiéramos hacer una lista de los buenos escritores olvidados, la misma sería extensa. Sucede que la Argentina ha dado a las letras grandes nombres y ello, tal vez, en el fárrago de obras y autores, produce ese olvido ante la constante aparición de otros escritores que, a ciencia cierta no sabemos qué será de ellos en el futuro. También hay que decir que algunos nombres de escritores ya desaparecidos perduran y son celebrados en los comienzos del siglo veintiuno. Pero, claro, son los menos.
El 27 de julio se cumplieron 25 años del fallecimiento de uno de los grandes escritores argentinos que incursionó en la narrativa con excelentes novelas y en el teatro con obras representadas y premiadas. Y que hoy goza del olvido que la memoria no recupera. Se trata de Arturo Cerretani, con quien, en su momento, me unió una amistad que se tradujo en comentarios de libros, en un intercambio epistolar vía Correo Argentino, que nutrió esa amistad surgida a través de la lectura mutua de nuestros libros.
En su momento la labor literaria de Cerretani fue reconocida por la crítica, los lectores y ello le valió que obtuviera el Primer Premio Nacional de Literatura para el trienio 1957/59.
La amistad con Arturo Cerretani nació en la década del sesenta del siglo pasado gracias a la mediación del poeta y cuentista Luis Gorosito Heredia. En su correspondencia se manifiesta amigo, y en una de sus primeras cartas me dice “Permítame que le llame amigo”. Él, escritor ya consagrado, me ofrecía su amistad.
SUS NARRACIONES
Recuerdo que mi lectura primera de una novela de Cerretani fue su “Retrato del inocente” publicada por Emecé en 1960. Tengo en mi biblioteca el ejemplar que me envió con una laudatoria dedicatoria en 1963 cuando yo pisaba los treinta años de edad. Esa novela, que comenté en su oportunidad, motivó una carta del autor a raíz precisamente de mi nota, y en ella Arturo me dice entre otras cosas: “(…) No voy a encomiar su penetración del libro, porque en última instancia me estaría ensalzando yo mismo por su conducto. Sepa solamente que la suya es una comprensión que conmueve al comprendido y lo deja agradecido por un rato largo, además de compensado con motivo de una cantidad de sinsabores (…)”.
En 1944 Cerretani había publicado la novela “El bruto” con prólogo de Walter Santini en Los libros del mirasol. El prologuista dice que en la obra “(…) es factible sorprender la presencia constante de un extremado equilibrio rítmico, el que habrá de manifestarse, sin mengua alguna, en todas las situaciones, así como también en cada una de las actuaciones que se sienten obligados a realizar cada uno de los seres novelados”. Este libro obtuvo el premio Municipal de Literatura y la Faja de Honor de la SADE.
En 1956 apareció en ediciones “doble p” su novela “La violencia”. En la solapa de esta obra, Carlos Prelooker sostiene que el libro “(…) no es solamente una novela de perdurable belleza. Es un clamor y un grito profundo. Una crítica acerba a lo que somos y aparentamos ser”. En la novela, el ultraje a Mara perpetrado por tres turbios personajes, es una muestra acabada de lo que puede llegar a consumar la bajeza del ser humano.
En 1960 publicó “La puerta del bosque” (Editorial Goyanarte). Esta es una novela en la que los personajes exponen los lineamientos de la historia. Está presente en ella el mal. Y fracasa la lucha contra él “porque en el fondo implica un ataque a la vida, a la existencia física y metafísica del hombre”.
En 1965 publica una de las grandes novelas sobre el Buenos Aires de la primera postguerra: “El deschave”. Allí Cerretani despliega su conocimiento de lo porteño, de la zona del puerto, del bajo, que hace posible que surgiera esta excelente obra. La vida orillera en los bajos del mítico Paseo de Julio, la situación ya lastimosa de la diezmada población negra y el típico personaje porteño: el guapo. Y en éste, el novelista muestra la revelación de una “sustancia espiritual inesperada” que es precisamente lo que da título a la novela: el deschave.
En Editorial Galerna publica en 1967 una nouvelle: “Parque a la vuelta”. Breve obra narrativa, con un estilo característico e impuesto del autor, en la que aparece, a través de los ojos de un joven, personajes que pululan en Buenos Aires.
En 1977 publicó en Castañeda (en la misma colección en que apareció la primera edición de mis libro “De casas y misterios”) la novela “Misterio de Beata Faragó”, en que nuevamente el puerto de Buenos Aires y sus gentes, son retratados con sagacidad y excelencia por el autor.
En 1983, por la Editorial de Belgrano, publica “Pequeña suite”. El personaje de esta narración es Pedro Ulrico Fontana Foá quien es conocido por las iniciales de sus nombres: PUFF. Desde esa expresión surge la personalidad del protagonista. Precisamente las aventuras o desventuras de PUFF sirven a Cerretani para mostrar facetas del ser humano, que esquematizadas o estiradas en Pedro Ulrico, corresponden a muchos rostros del ser humano En el personaje late el hombre en soledad. La obra la arma el autor con escenas divertidas, con verdadero juegos del lenguaje, con un acertado manejo de las situaciones creadas.
He querido recordar algunas de las novelas y nouvelles de Cerretani para dar una muestra de su labor incansable de escritor. Podría agregar su “Confesión apócrifa”, “La brasa en la boca” (que mereció el Premio Nacional mencionado), “La viaraza. “Matar a Titilo”.
Como autor de obras de teatro, Cerretani publicó varias. Entre ellas “La mujer de un hombre”que mereció ser recomendadas para el Premio Nacional en 1940 y que, cuando no, por razones políticas y/o ideológicas fue objetada por el Ministro de Instrucción Pública y el autor desposeído del lauro. “La casa sin dueño” mereció el Premio ARGENTORES. En “Tres dramas y un cuarto”, Cerretani publicó en 1964, en Ediciones SER,”La casa sin dueño”, “La mujer de un hombre”, “La zona de sombra” y “La salud del viajero”. Tengo a la vista los libros de Arturo Cerretani que ocupan un lugar de privilegio en mi biblioteca. Y el que reúne sus obras de teatros, lo abro y encuentro, con su infaltable tinta color verde, la dedicatoria que me hizo el autor: “Para Carlos Sforza estos Tres dramas y un cuarto, con la veterana admiración de A. Cerretani”
A 25 años de la muerte de este gran escritor y amigo, he querido recordarlo y sacarlo de un olvido inmerecido, puesto que se trata de uno de los grandes de nuestra literatura.
Arturo Cerretani nació el 31 de octubre de 1907 en Buenos Aires y falleció en la misma ciudad el 27 de julio de 1986.

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