viernes, 5 de agosto de 2011

¿PARA QUIÉN ESCRIBEN LOS QUE LO HACEN?
Escribe Carlos Sforza*
Esta pregunta que da título a la nota, no es casual. No lo es por cuanto muchos se han interrogado sobre la escritura y sus destinatarios.
Italo Calvino en la contestación a una encuesta del semanario Rinacista ante las preguntas que motivaban aquélla, dijo: “¿Para quién se escribe una novela? ¿Para quién se escribe una poesía? Para personas que han leído alguna otra novela, alguna otra poesía.” Y agregaba: “Un libro se escribe para que pueda ser colocado junto a otros libros, para que entre a formar parte de una estantería hipotética y, al entrar en ella, de alguna manera la modifique, desplace de su lugar a otros volúmenes o los haga pasar a segunda fila, reclamando el adelantamiento de algunos otros.” Y para redondear el comienzo de sus respuestas a la encuesta abierta por Gian Carlo Ferretti, decía: “¿Qué hace el librero que sabe vender? Dice: ¿Usted ha leído este libro? Pues entonces tiene que llevarse este otro. No es diferente la actitud –imaginaria e inconsciente- del escritor hacia el lector invisible.”
Yo, por mi parte, considero que el escritor cuando escribe no piensa en el posible lector. Ni en el lugar de la estantería en que estará su libro. Escribe porque necesita expresarse, visceralmente es una necesidad que surge cuando tiene (en el caso del narrador) un tema y la imaginación suficiente para desarrollar una narración sustentable por sí misma. Es decir, que pueda adquirir entidad de obra literaria y no una simple sucesión de palabras que carecen de valor como literatura.
De allí que en la contestación a la encuesta, el autor de “Las ciudades invisibles” agregue que “(…) mi primera respuesta exige ya una corrección: una situación literaria empieza a ser interesante cuando se escriben novelas para personas que no son únicamente lectores de novelas, cuando se escribe literatura pensando en una estantería que no contenga solamente libros de literatura.”
Es decir, que el escritor no mira a quien estará dirigida su obra, no piensa ante su necesidad de escribir en el denominado lector ideal, sino, cuando más, en un lector anónimo que puede ser en el caso de la novela o el cuento, un amante de alguno de esos géneros o, por el contrario, podrá acceder a una obra cuyo formato dentro del canon, nunca había tenido ocasión o deseo de leer.
Allí, pienso, reside la esencia de la respuesta a la pregunta del título. El novelista, el cuentista, el poeta, no escriben cuando lo hacen, pensando en el lector. Saben que su obra, para que tenga vida, debe ser leída por alguien. Pero al escribirla ignora por quién. Y no piensa ni en los críticos, ni en los amantes del género abordado, sino en un lector que potencialmente puede estar esperando acceder a esa su obra. Al concluir el libro, el escritor después de las correcciones, agregados, sustituciones o eliminaciones que haga, podrá, tal vez, pensar en el público lector que podrá acceder a su obra. Pero antes no. Cuando siente la irrefrenable necesidad de escribir, lo hace sin tener en cuenta el potencial destinatario de lo que está creando. Incluso no piensa en el lugar que su obra ocupará en la imaginaria estantería de la que nos habla Italo Calvino.
Lo que destaca con muy buen criterio el novelista y ensayista en sus respuestas, es que al escribir un libro debe pensarse que “la literatura tiene que jugar a la alza, apostar al encarecimiento, doblar la apuesta, seguir la lógica de una situación que necesariamente se va agravando”. En buen romance, lo que nos quiere decir Calvino es que hay que escribir de una manera tal que el lenguaje salga enriquecido. No nivelar para abajo, como suelen hacerlo algunos betselleristas, sino para arriba. En un tiempo en que debido a las nuevas tecnologías, la palabra se ha minivaluado, se ha degradado, es imprescindible que la literatura tome el lugar que le corresponde. Y que sirva para que quien acceda a la lectura de un libro, salga enriquecido. Enriquecido por el momento feliz que puede proporcionarle esa lectura, por la forma en que el libro está compuesto, por la calidad literaria del mismo. En suma, porque lo que ha leído no es un rejunte de palabras y acciones y situaciones y personajes, sino que por el arte creativo del escritor, se ha convertido en una verdadera obra literaria.
Mario Benedetti decía que “(…) siempre es imprudente engolosinarse con éxitos aislados. No hay profesionalización posible sin una conquista del gran público, pero la verdadera proeza es realizar esa conquista por medios dignos, es decir, elevando al público hasta el arte, y no bajando el arte hasta el nivel del público.”
Es interesante y concuerda con lo anteriormente escrito, lo dicho por el uruguayo Benedetti quien también, en tiempos de confusión de géneros y malentendidos, sostiene que “El primer malentendido consiste, evidentemente, en confundir literatura con periodismo; novela con reportaje. (…) existe ahora el riesgo de caer en el burdo simplismo de difundir que lo instantáneo siempre es literatura, de tomar lo verdadero como única garantía de lo estético.”
Escribamos, los que escribimos, teniendo en cuenta esas precisiones que han hecho dos destacados escritores contemporáneos y busquemos que lo estético llegue a algún lector que sepa crecer con la lectura. Porque, en suma, la literatura debe hacer crecer al lector. Es una forma, una manera diría, de nivelar hacia arriba a través de la verdadera literatura.
*Blog del autor: www.hablaelconde.blogspot.com

1 comentario:

  1. Quizá a la pregunta porqué escriben los escritores les corresponda la respuesta porqué leen los lectores?, se me ocurre que por necesidad, y seguramente por una necesidad compartida que como ya se ha puesto de manifiesto es estas páginas es una realidad "acabada" entre autor y receptor, en esa extraordinaria relación dialógica que se da a partir de una verdadera obra de Arte. No existiría uno sin el otro, pares complementarios de un todo. Como la vida, que para que exista necesita también de la muerte. Nuevamente gracias por ponernos a pensar.

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