sábado, 23 de julio de 2011

MANUEL GÁLVEZ, ENTRERRIANO POR NACIMIENTO
Escribe Carlos Sforza*
Quizá haya lectores que ignoren que el novelista, ensayista y escritor de nota, Manuel Gálvez es entrerriano. Nació en Paraná (Entre Ríos) el 18 de julio de 1882. Recibió su primera educación en el colegio de los jesuitas, en Santa Fe. Posteriormente se radicó en Buenos Aires hasta el fallecimiento acaecido el 14 de noviembre de 1962.
Fue un escritor que en la primera mitad del siglo XX cubrió uno de los principales espacios dentro de la literatura argentina y trascendió las fronteras del país donde varias de sus obras fueron distribuidas y traducidas.
Comenzó su carrera literaria con un libro de poesía: “Sendero de humildad” (1909) y luego entró de lleno en la novela, con una impronta de un realismo naturalista. Gálvez fue un escritor polifacético por los géneros que cultivó: poesía, novela, cuento, ensayo, historia, biografía, teatro, un libro de memorias en cuatro tomos (“Recuerdos de la vida literaria”).
MI PRIMERA LECTURA DE GÁLVEZ
Yo accedí a Gálvez a través de sus libros de historia (“Vida de don Juan Manuel de Rosas”), y la trilogía de novelas históricas sobre la guerra del Paraguay: “Los caminos de la muerte”, “Humaitá” y “Jornadas de Agonía”, esta trilogía las leí siendo estudiante en la Biblioteca del Club Deportivo 25 de Mayo donde funcionaba un pequeño armario con libros variopintos pero de autores caracterizados por su valor literario.
Luego entré en las otras obras de nuestro comprovinciano por nacimiento, que le dieron también nombradía en el mundo literario de los primeros años del siglo pasado en los que Gálvez con varios otros escritores como Leopoldo Lugones fundaron la Sociedad Argentina de Escritores. Manuel Gálvez creía en la realidad del escritor profesional y, desde la incipiente sociedad, se buscó defender los derechos del escritor.
SUS NOVELAS
Manuel Gálvez escribió numerosas novelas como “El mal metafísico”, “La sombra del convento”, Miércoles Santo”, “La maestra normal”, “Nacha Regules”, “Historia de arrabal”, “El cántico espiritual”, “El uno y la multitud”, “Tránsito Guzmán”. Novelas históricas como la trilogía a que hice referencia líneas arriba, las siete dedicadas al período rosista, entre ellas “El gaucho de los cerrillos”, “El General Quiroga”, “La ciudad pintada de rojo”. Al respecto y como novelista, de él escribió el crítico español Cansino Assens que “es suya la herencia de Galdós, que tantos se disputan en la península”. Cabe tener presente, como hito informativo, que su novela “El general Quiroga” (1932) mereció el Primer Premio Nacional de Literatura.
Cuando se produce la ruptura del campo literario argentino, que como dice Beatriz Sarlo “separó a los novecentistas de los vanguardistas de los años veinte” y se prolongó durante las siguientes décadas, “el drama de la vida literaria de Gálvez (fue) que quiso ser Zola treinta años después del apogeo del naturalismo”. De allí que, según la crítica citada, Gálvez quedó del lado de los denominados “viejos” frente a los “nuevos” o vanguardistas.
La opción de Manuel Gálvez fue sin duda una postura que él consideraba acertada. Sus obras novelísticas son marcadamente naturalistas, pero que muestran un realismo que existía en el país, al que a través de esas novelas retrató el escritor.
Manuel Gálvez que recibió ataques de quienes no pensaban ideológicamente como él y, en cuanto a su narrativa, de quienes estaban encolumnados en otra estética, justificó su obra en “Recuerdos de la vida literaria”. Y lo hizo, como bien lo señala Sarlo en su estudio dedicado al escritor, a través de tres grandes líneas argumentales. Ellas son, según la crítica: “la comparación de su obra y de su proyecto literario con los grandes de la novela europea, particularmente con los naturalistas; la verdad de sus argumentos y personajes, sostenida en la observación y la documentación; y, finalmente, el éxito de mercado como prueba de que el público supo ver lo que no siempre la crítica juzgó con ecuanimidad y sin resentimiento ni envidia”.
Lo cierto es que Manuel Gálvez cumplió dentro de la literatura, una destacada labor y sus lectores fueron cantidades enormes no sólo en el país sino también en el extranjero.
SUS BIOGRAFÍAS
Manuel Gálvez escribió varios textos biográficos con una visión muchas veces revisionista que presentaron a diversos personajes de nuestra historia, con una prosa apropiada no sólo para los especialistas sino para el lector común. Así están sus libros “Vida de Hipólito Yrigoyen, el hombre del misterio” (1939), “Vida de don Juan Manuel de Rosas” (1940), “Vida de don Gabriel García Moreno” (1942), “Vida de Sarmiento, el hombre de autoridad” (1945).
En todas estas biografías, Manuel Gálvez muestra un conocimiento y una labor de investigación que merecen destacarse. Se puede coincidir o no con su visión histórica sobre cada uno de los biografiados. Pero no se puede dejar de reconocer que el autor ha indagado profundamente en cada uno de ellos, en sus vidas, en su entorno, en el momento histórico en el que actuaron, y a partir de allí, con prosa de un buen escritor que sabe llegar al lector común, nos da su mirada y su valoración de cada uno de los biografiados.
COLOFÓN
Esta nota quiere ser un recuerdo, en el mes de su nacimiento, de un escritor entrerriano que realizó su tarea literaria fuera de nuestra provincia pero que, sin dudas, es uno de los grandes de nuestra literatura. Por las obras que escribió y por la defensa que siempre hizo de los escritores, junto al mencionado Lugones, a Horacio Quiroga y tantos otros que se nuclearon en la SADE y desde allí y muchos desde fuera de la institución, bregaron por el reconocimiento a la labor que tantos hombres y mujeres realizan a través de la escritura.

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