OTROS ASPECTOS DE LA FICCIÓN SEGÚN
CORTÁZAR
Escribe Carlos Sforza*
Hemos visto varias características
que se marcan en la ficción según enseñó Cortázar en sus clases de literatura
en Berkeley. Hay otros aspectos que el escritor señaló y ejemplificó sobre aspectos
que hacen a la creación de un cuento e incluso, de una novela.
Julio Cortázar habló de la
musicalidad y el humor en la literatura. Es claro que sobre el primer aspecto,
la musicalidad, no se refiere a una imitación de la música con notas, sino a lo
que la prosa literaria puede tener de ritmo, de musicalidad.
Sostiene que “Hay prosas que,
siendo muy buenas e incluso perfectas, nuestro oído no las reconoce como
musicales, y en cambio hay otras en el mismo alto nivel que inmediatamente nos
colocan en una situación muy especial, auditiva e interior al mismo tiempo,
porque en el noventa y nueve por ciento no escuchamos lecturas en alta voz, ni
las hacemos: leemos con los ojos y sin embargo, cuando hay una prosa que
podemos calificar de musical, el oído interno la capta de la misma manera que
la memoria también puede repetir melodías u obras musicales íntegras en el más
profundo silencio” (p. 149/150).
Es claro que como explica el
escritor, hay momentos en los que, al crear una obra, se dejan de lado la sintaxis
y una serie de normas canónicas o académicas, y la voz del autor se mueve con
amplia libertad y logra una prosa con un ritmo que es el único, en su
concepción y necesidad expresiva que puede traducir, a través de las palabras y
su encadenamiento, lo que desea expresa el que escribe. De allí que Cortázar
haya contado en una de sus clases que “(…) lo que puedo decir como actor, como
alguien que vive la experiencia de escribir muchos cuentos y muchos pasajes de
novelas, es que en determinados momentos de la narración no me basta lo que me
dan las posibilidades sintácticas de la prosa y del idioma; no me basta
explicar y decir: tengo que decirlo de una cierta manera que viene ya un poco
dicha no en mi pensamiento sino en mi intuición, muchas veces de una manera
imprecisa e incorrecta desde el punto de vista de la sintaxis, de una manera
que por ejemplo me lleva a no poner una coma donde cualquiera que conozca bien
la sintaxis y la prosodia la pondría porque es necesaria. Yo no la pongo porque
en ese momento estoy diciendo algo que funciona dentro de un ritmo que se comunica a la función de la frase y
que la coma mataría. Ni se me ocurre la idea de la coma, no la pongo” (p.151).
EL HUMOR
Sabemos que Julio Cortázar, y él lo
ha dicho, recurre al humor en gran parte de su obra literaria. Pero sabe
distinguir plenamente lo que es el humor en literatura y las diferencias que el
mismo tiene con lo cómico. El filósofo Luis Farré, en su libro “Categorías
estéticas”, trata en un capítulo lo cómico. Y dice que lo cómico se deriva del
contraste. Y que contraste expresa un descenso y cita a Bergson quien sostiene
que lo cómico pertenece sólo “al hombre o las cosas, en cuanto les atribuimos
cualidades humanas. Suponemos que deberían actuar racional o conscientemente;
pero acontece todo lo contrario” (p. 91/92).
Cortázar distingue con claridad las
diferencias entre lo cómico y el humor. Para ello recurre a dos actores
ampliamente conocidos: Jerry Lewis y Woody Allen. Dice que para él, el primero
es un cómico y el segundo un humorista. La ejemplificación que hace con ambos
actores, pone en claro lo que diferencia, conforme a su pensamiento, lo cómico
del humor.
En el caso de Lewis, sostiene que
“busca simplemente crear
situaciones en las que va a hacer reír
pero que no tienen proyección posterior,
termina en el chiste” (p. 158). En cambio, Allen “en sus mejores momentos está
lleno de un sentido que va más allá del chiste o de la situación misma:
contienen una crítica o una sátira que puede ser incluso muy dramática” (idem).
Y renglones más adelante, grafica muy bien lo que en literatura es el humor,
Dice: “(…) la intención (del humor) es casi siempre desacralizar, echar abajo
una cierta importancia que algo puede tener, cierto prestigio, cierto pedestal.
El humor está pasando continuamente la guadaña por debajo de todos los
pedestales, de todas las pedanterías, de todas las palabras con muchas
mayúsculas”. Esa desacralización no se refiere a lo religioso sino se usa en un
sentido profano. “Esos valores que se dan como aceptados y que pueden merecer
un tal respeto de la gente, el humorista suele destruirlos con un juego de
palabras o con un chiste” (p. 159).
Esto me recuerda lo que escribiera
Carlos Marín en “El Diario” (Paraná) a raíz de mi última novela, “La guerra de
los huesos”. Marín habla del humor que hay en el libro y, concretamente ante la
muerte. Dice que quizá mi intención fuera “una monumental tomada de pelo a la
muerte, enfocando a la parca como una circunstancia de la vida, que es sin
dudas esta última la que termina imponiéndose en todas las circunstancias”.
El humor, como es sabido y lo
reitera Cortázar, es un producto literario que viene directamente de la
literatura anglosajona sobre todo a partir del siglo XVIII. Y que, como todas
las buenas cosas, muchos hemos adoptado en nuestra escritura. El autor de
“Rayuela” confiesa que cuando escribía esa novela “(…) había algunos momentos
absolutamente insoportables que no hubiera podido escribir como un escritor
dramático, poniendo directamente la tragedia, el pathos, el drama (…). Entonces
un humor a veces muy negro, muy sombrío, vino
en mi ayuda y me permitió que a lo largo de extensos diálogos donde se está hablando de una cosa en un
plano trivial y casi chistoso por debajo se está ventilando una situación de
vida o muerte” (p. 160).
El ritmo y musicalidad y el humor,
aparecen en la obra de Julio Cortázar con una presencia que marca la excelencia
de la prosa del gran escritor.
LO ERÓTICO
Otro de los temas que abordó
Cortázar fue el del erotismo en la literatura. Sabemos que hay muchas obras,
cuentos o novelas, donde el erotismo aparece y lo hace a través de situaciones
que dentro de lo narrado son normales.
Afirma que los griegos y romanos
consideraban la actividad erótica como una cosa normal, Estaba en el mismo
nivel que otras actividades de la vida humana. “Basta leer a Teócrito o a
Anacreonte, basta sobre todo leer al gran Petronio, leer El Satiricón, para
darse cuenta hasta qué punto en materia
erótica los griegos y los romanos estaban como en su casa: manejaban ese tema
con la misma naturalidad y soltura con que luego manejaban temas históricos,
mitológicos, de la sentimentalidad o la inteligencia humanas” (p. 250).
Y en la literatura actual (y de los
últimos años), cuando una obra es escrita con la calidad de obra de arte, y
aparece lo erótico, es una cosa natural pero que, claro, hay que diferenciarlo
de lo pornográfico. Precisamente allí reside el tema central: en no confundir
lo erótico con lo pornográfico. Y Cortázar lo explica en sus clases muy bien: “Entre
erotismo y pornografía hay una diferencia capital: la pornografía en la
literatura es siempre negativa y despreciable en el sentido de que son libros,
o situaciones de libros, escritos deliberadamente para crear situaciones
eróticas que provoquen en el lector una determinada excitación o una
determinada tendencia; en cambio, el erotismo en la literatura significa el
hecho de que la vida erótica del hombre es tan importante y tan fundamental
como su vida mental, intelectual y sentimental” (p. 252/253).
En suma, como sucede a todo
narrador, las situaciones de los personajes los llevan a escribir como ellos
actúan, es decir con la libertad de cada individuo que transita por el cuento o
la novela. Lo hace como algo natural en una situación determinada.
En suma, sobre este punto Cortázar
es claro, contundente. Y, al fin de cuentas, debemos evaluar una obra no si es
moral o inmoral, sino si es una verdadera obra de arte donde hay situaciones de
toda laya pero, sin caer nunca en lo pornográfico. Como lo explica e ilumina
Julio Cortárzar en una de sus clases de literatura allá en el año 1980 en
Berkeley.
No hay comentarios:
Publicar un comentario