JULIO CORTÁZAR Y LA LITERATURA
Escribe Carlos Sforza*
Acaba de publicarse el libro
“Clases de Literatura” que reúne las que dictó Julio Cortázar en Berkeley en
1980.
Un adelanto de la primera
clase llamada “Los caminos del escritor”
la brindó ADNLa Nación el 26 de julio de 2013. Sin dudas leer las clases del
autor de “Rayuela” es un verdadero placer y, sobre todo, encontrarse con el
pensamiento del escritor y su visión del cuento y la novela.
Marca las diferencias entre el
cuento y la novela y considera que el primero es de más fácil acceso para los
lectores (en el caso de las clases, para los oyentes). Narra su estancia en
Buenos Aires y luego en París. Y habla, asimismo, de los tres estados por los
que ha atravesado. Por supuesto no elude nada de lo referente a los gustos,
lecturas y preferencias literarias y políticas de su juventud y de los años
posteriores.
Afirma que pertenece “a una
generación de argentino surgida casi en su totalidad de la clase media de Buenos Aires (…); una
clase social que por estudios, orígenes y preferencias personales se entregó
muy joven a una actividad literaria concentrada sobre todo en la literatura
misma”. Ello hacía que fueran “profundamente estetizantes, concentrados en la
literatura por sus valores de tipo estético, poético, y por su resonancia espirituales de todo tipo”.
Ese período es al que denomina
estético en cuanto a sus lecturas y su manera de encarar la escritura. De allí
que la actitud “era un planteo estético, una solución estética; la actividad
literaria valía para nosotros por la literatura misma, por sus productos y de
ninguna manera como uno de los muchos elementos que constituyen el contorno,
como hubiera dicho Ortega y Gasset la circunstancia, en que se mueve un ser
humano, sea o no escritor”.
Cuando comenzó a preocuparse por el
otro, el prójimo, según explica en esa primera clase, hizo que entrara en el
estudio de la psicología de la gente, y es el período que él llama metafísico.
Y comenzó a esbozarse con el excelente cuento “El perseguidor” basado en la
vida de Charles Parker, el famosos músico norteamericano. En el cuento le pone
el nombre de Johnny Carter. Yen ese período, en el que se hacía muchas
preguntas, surgen como respuesta dos novelas. “Los premios” y “Rayuela”. Y hace
alusión a las mismas y marca las diferencias entre el cuento y la novela.
Afirma que “Tenía una preocupación técnica, porque un escritor de cuentos (…)
maneja un grupo de personajes lo más reducido posible por razones técnicas, no
se puede escribir un cuento de ocho páginas en donde entren siete personas ya
que llegamos al final de las ocho páginas
sin saber nada de ninguna de las siete (…). La novela en cambio es el
juego abierto (…)”. Y nos habla de lo que significó “Los premios” como
experiencia de su incursión en la novela. En “Rayuela”, escrita años después,
puso en juego conforme expresa, “todo lo que en ese momento podía poner en ese
campo de búsqueda e interrogación”.
De allí en más, ingresa en lo que
denomina etapa o período histórico en la escritura. Y desarrolla a través de su
confesión autobiográfica, qué significa para él esa tercera etapa en su vida de
escritor. Por eso afirma: “Por eso me parece que lo que me sucedió en el terreno individual y privado es un progreso que en conjunto se
ha ido dando
De la misma manera yendo de lo más
privilegiado, lo más refinado como actividad literaria, a una literatura que
guardando todas sus calidades y todas sus fuerzas se dirige actualmente a un
público de lectores que va mucho más allá de los lectores de la primera
generación que eran sus propios grupos de clase, sus propias élites, aquellos
que conocían los códigos y las claves y podían entrar en el secreto de esa
literatura casi siempre admirable pero también casi siempre exquisita”.
Sin
dudas, estamos ante un libro que nos enseña mucho, nos informa y nos deleita
puesto que el autor (disertante en el caso) nos alcanza conceptos y reflexiones
que han marcado hitos en su vida como hombre y como escrito. Es decir, como
hombre que escribe. Y que lo ha hecho con notables aportes a la literatura
universal.
¡Qué gusto rememorar viejas lecturas! Más cuando viene de su letra distinguido Carlos, doble placer. Leido a través de La Mañana del domingo.
ResponderEliminarGracias Gustavo: parafraseando a Peguy, el libro es nuevo y las noticias del día, viejos. Un abrazo.
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