martes, 24 de julio de 2012

LA CRÍTICA Y LA NOVELA


Escribe Carlos Sforza

Quienes escribimos novelas y, a la vez, hacemos crítica literaria, nos interesamos cuando encontramos trabajos dedicados precisamente a analizar lo que es la crítica de novelas.

Por eso he leído con atención un libro de la poeta y ensayista Graciela Maturo, profesora universitaria y doctora en Letras, que publicó hace unos años. Se trata de “Fenomenología, creación y crítica” (Ediciones García Cambeiro, Buenos Aires).

Es indudable que Graciela Maturo tiene una posición clara y formada sobre la crítica literaria. Específicamente a través de los ensayos que incluye en este libro, sobre la crítica a la novela.

En el subtítulo de la obra explicita su mirada sobre lo que llama “Sujeto y mundo en la novela latinoamericana”. Para hacer el abordaje de las obras, la autora deja de lado los métodos de autores enrolados en el nominalismo y el descontruccionismo y asienta su mirada crítica en la fenomenología. Es claro que ella deja de lado el signo y busca y bucea en el símbolo.

Afirma que “El método fenomenológico se asienta en la intuición, que provee a la conciencia un contacto directo con las cosas mismas. Esta noción de presencia tan importante para la fenomenología, tengámosla en cuenta para enfrentar a la infinita semiosis que propone un tratamiento muy diferente del fenómeno estético”. Y a renglón seguido sostiene: “Es decir, que, el método de la fenomenología consistirá en la pulcra descripción de lo dado. No se trata desde luego de la descripción convencional. (…) La descripción fenomenológica no es de ninguna manera la descripción empírica. Esa diferencia reside en la diferencia que existe entre el mero hecho y la esencia del hecho, que interesa a la fenomenología”.

Al partir de esta postura, Graciela Maturo sostiene que así como otros autores se han apoyado y aplicado la fenomenología a sus estudios sobre la literatura, tal el caso de Heidegger, Sartre, Merleau Ponty y el propio crítico ruso Bajtín en su teoría de la novela, ella busca y da importancia en sus indagaciones a lo que denomina la teoría del escritor.

Es interesante el aporte que hace la autora para la comprensión de la novela latinoaméricana. Sobre todo cuando indaga en los mitos, los símbolos que la nueva novela de esta parte de América presenta. Precisamente es todo un movimiento que tiene sus raíces en el ser americano. Y que, más allá de eso, hay una permanente recurrencia a factores locales, que no es una suma de aspectos folclóricos, sino de realidades que tienen un sentido profundo, enraizados en la realidad del tiempo y del lugar. De esa forma aparecen elementos trasrracionales, símbolos que muestran la esencia de continente y de sus hombres, que hacen aflorar el mestizaje que puebla el territorio extenso y dispar latinoamericano, ya sea en sus zonas poco pobladas, en las villas y ciudades interiores o en las urbes superpobladas.

Sostiene que por su parte, ha tratado de desplegar lo que denomina una “crítica fenomenológico-hermenéutica”. Y expresa al respecto que en ese intento, junto con otro grupo de críticos afines con dicho pensamiento, “(…) hemos intentado revalorar la fenomenología sin imponernos la adopción de un método estricto y sin recaer en la descripción de las figuras de estilo, ni en la división en estratos o consideración objetiva de una estructura ideal. Nuestra frecuentación de la fenomenología nos ha exigido cuestionar la noción saussuriana de signo (…)” Porque, afirma, “Es el mundo de la vida, intuido y contemplado por la conciencia creadora, el que nutre la creación literaria. (…) El mundo es percibido como figura henchida de significación, es decir como símbolo, que por su propia plenitud reclama el ser contemplado en y por la expresión, a la vez que comunicado por ella”.

Sigue las huellas que ha dejado al respecto Paul Ricoeur cuando afirma que “Los símbolos se hacen presentes, primariamente en el sueño, ese umbral inferior de la creación”. Es claro que Graciela Maturo parte de una posición netamente filosófica para desde allí entrar en la tarea hermenéutica, es decir la tarea propiamente interpretativa.

En la evolución de la novela latinoamericana, y en la recurrente postura narrativa de los autores, se advierte un paso hacia la tradición de La Manha de que nos hablaba Carlos Fuentes.

Propiamente hay, y lo digo como novelista, una serie de elementos y de motivaciones, que nos hacen volver al pasado, insertando secuencias de tiempos diferentes en las narraciones, porque en el acto creativo se conjugan no sólo lo abstracto, sino fundamentalmente lo concreto. Es decir el hombre convertido de persona en personaje de una novela, situado en un lugar y tiempo determinados, que no sólo vive esa instancia, sino muchas otras que, desde lo onírico y lo histórico, en este caso a través de los recuerdos, de la memoria, se hacen presentes y juegan un papel, a veces complementario pero que tiene un sentido determinado en la narración novelesca.

Hay, a la vez, historias paralelas que se cruzan en la novela. A mí me ha sucedido en “Historias en Negro y Gris”, “Rostros del Hombre” y “Como a través del tiempo…”. Y también en la novela que he escrito últimamente y que espero se publique dentro de no mucho tiempo.

De allí, dice Graciela Maturo que “Contrariamente a la lingüística que cierra el universo de los signos, la filosofía tiene ante sí la tarea de abrir sin cesar ese universo hacia el ser que es fundamente del lenguaje”. Y agrega: “Es esta una reafirmación del suelo simbólico que preside la concepción de la palabra en Ricoeur. En coincidencia con M. Bajtín, agudo crítico de la lingüística saussuriana, también formado en la fenomenología y en la estética, Ricouer devuelve al lenguaje su pleno carácter de acto de habla, de discurso, de acontecimiento”

Los ensayos que reúne en esta obra Graciela Maturo, y que hacen expresa referencia a la novela en cuanto tal y se centra en obras de autores latinoamericanos como Ernesto Sábato, Leopoldo Marechal, Alejo Carpentier, Antonio Di Benedetto, son verdaderas indagaciones montadas sobre un férreo andamiaje filosófico y una mirada crítica que es clara y definida.

De allí que la autora sostenga que ante el auge que ha tenido dentro de la crítica moderna desde Ferdinand de Saussure, su lingüística, pasando por la etapa formalista, y el post formalista que incorpora el enfoque estructural y recala en una ciencia de los signos, “postulamos una crítica hermenéutica de fundamento espiritual que toma distancia con relación a la reducciones positivas del lenguaje; a la noción del texto literario como artefacto; a la idea de que la verosimilitud narrativa es un disfraz inherente a las leyes del texto; a la negación del sujeto histórico en la novela y a la tesis de que preguntarse por la verdad de un texto literario es leerlo como un texto no literario”.

Un libro, este de Graciela Maturo, que debiera ser leído por muchos que ejercen la crítica literaria o simplemente transitan por ella a través de los estudios académicos y que, se esté o no de acuerdo con lo que sostiene la autora, no se puede sino considerarlo como un valioso aporte para ayudar a dilucidar qué es la crítica literaria.

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