miércoles, 11 de julio de 2012

RELATOS Y SUCEDIDOS ESCUCHADOS EN LA INFANCIA


Escribe Carlos Sforza*

Tuky Carboni es una destacada escritora de Gualeguay. Ha incursionado felizmente por la poesía, el cuento, la novela. En poesía, Tuky ha obtenido importantes premios por su labor creadora. Lo mismo ha sucedido en el género cuento. Y en novela, recibió el Premio Literario “Fray Mocho” en dicho género, por su obra “El tan deseado rostro” que, por circunstancias que se dan en la vida, me tocó presentar en la Feria Internacional del Libro, en Buenos Aires, en el Día de entre Ríos allá por mediados de la década de los noventa.

Con ella he compartido encuentros literarios en diversas ciudades y hemos presentado algunos libros de colegas. Hay una amistad de varios años que se mantiene y fortalece con el correr del tiempo.

Ahora acabo de leer su último libro:”La infancia está llamando” (Editorial Dunken, ilustración de tapa de Claudia Irene Carboni, cuadro “Inconcluso”, Buenos Aires, 2011, 64 p.).

La autora en Palabras Preliminares explica de qué se trata el libro. Nos dice que “Estos cuentos y relatos no me pertenecen, aunque forman parte entrañable de mi vida. Yo no los inventé; ya estaban circulando por entre las brasas de los fogones, iluminando con su luz misteriosa el aire nocturno de los campos de mi provincia, cuando yo nací. El privilegio de haberlos escuchado y retenerlos como joyas antiguas en mi memoria, si, es mío. Es una herencia de incalculable valor que recibí de labios de los viejos contadores de historias”. Es decir que la autora con su memoria prodigiosa, recuerda esos relatos y sucedidos, oídos en su infancia, en forma oral, y los fija, transcurridos los años, en forma escrita, convirtiéndolos en literatura y recuperándolos así, del posible olvido.

Nos aclara que “La gran mayoría de estos relatos los escuché en Estación Lazo donde pasé mi primera infancia; de labios de Don Sebastián Atencio, Doña Timotea Luna, Doña Manuela Vega, Don Rudesindo Araya, doña Celia René”. A esas versiones se suman otras que, conforme confiesa la autora del libro, “(…) los escuché en las cercanías de la Garibaldina, a pocos kilómetros de mi pueblo, Gualeguay, en la casa de mis tíos paternos, Juan y Perico González, que también tenían el don de contar historias; aunque en este último caso, no recuerdo que ninguna se haya mantenido igual la segunda vez que la escuché. Ellos introducían otros elementos, cambiaban las situaciones, los nombres, los lugares, Improvisaban de acuerdo al interés del auditorio. Como los legendarios payadores hacen con sus versos cantados”.

Es decir, que Tuky Carboni ha actuado como lo hicieran en otros tiempos y circunstancias, los hermanos Grimm, Perrault y la pléyade de buceadores en los relatos populares que luego los fijaron en la obra literaria.

EL LIBRO

“La infancia está llamando” es un título que de entrada nomás, sugiere el sentido que la autora da al libro. Es un regresos al edén perdido, a la etapa infantil donde, en el campo, en torno al fogón, los contadores de historias reales o inventadas, mantenían la atención

de los oyentes con sus narraciones orales antes de retirarse a descansar en las noches estrelladas o lluviosas de la campiña entrerriana.

Tuky Carboni ha optado por fijar en el papel aquellas narraciones de los contadores de relatos y sucedidos, como una manera de preservarlos del olvido. Estos relatos pertenecen al folklore de nuestra zona. Y una labor que ha realizado con pericia la autora, es mantener el lenguaje coloquial empleado por los criollos, con sus modismos, como el uso de la letra j en medio o al final de muchas palabras (ujte, higoj, entoncej, conquijtar”, cambiando la “s” por la “j”). De esa forma ha preservado en habla de los paisanos en los relatos que hacen y en los diálogos que surgen de los relatos.

Es claro, y conviene aclararlo, que los cuentos, sucedidos y relatos que fija por escrito la autora, son sendillos, pertenecen como queda expresado, al folklore de nuestra zona y no tienen otra pretensión que conservarlos en la memoria del pueblo al convertirlos de lo oral a la escritura. Lo dice expresamente Tuky cuando escribe que “Estas historias han estado y siempre estarán en la memoria de mi corazón: pero no quiero que mueran conmigo: deseo que me trasciendan para que puedan enjoyar la imaginación de los que los lean. De esta sencilla manera, honro el recuerdo de los viejos y viejas criollas que nos los contaron a mis hermanos y a mí, hace ya mucho tiempo”.

Tuky Carboni ha recopilado esta serie de relatos que pasan a fomar parte de lo que el recordado Martín del Pospós denominaba “literatura de entrecasa”. Es decir, una literatura que no buscar la trascendencia de la gran obra de arte, sino que recupera instancias de vida que se hacen perdurar pasando de “ese arte lábil que es la narrativa oral” a la escritura (como diría Italo Calvino).

Por otra parte debemos tener en cuenta que los relatos y sucedidos que oralmente narraban nuestros antepasados, surgían de hechos reales e imaginarios, pero que en todos ellos, muchas veces con la inocencia y también la picardía de los narradores, hacían uso de lo que decía Baudelaire: “La imaginación es la más científica de las facultades”.

Asimismo, y como colofón de esta nota, debo decir que el libro, antes de entrar en los cuentos que pueblan sus páginas, tiene un extenso poema de Tuky Carboni que tiene el mismo título del libro y que, sin duda ninguna, muestra la gran fibra lírica que tiene la escritora y que la muestra como en otros poemas, como una excelente hacedora de versos.







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