martes, 27 de diciembre de 2011

LA HISTORIA EN LA PICOTA II
Escribe Carlos Sforza*
Es evidente que ante la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico e Iberoamericano Manuel Dorrego, se ha desatado un debate entre posiciones encontradas. Hay quienes lo han criticado y quienes lo han defendido. Yo he fijado mi posición en una nota anterior, pero como la controversia sigue, quiero agregar algunas consideraciones sobre el tema.
Ignacio F. Bracht en una nota publicada en “La Nación” habla de que lo que se busca con esta creación es crear un revisionismo de fantasía. Dice que “Este revisionismo de fantasía no tiene que considerarse heredero de aquel revisionismo que, envuelto –por qué no decirlo- en las pasiones del debate, realizó aportes relevantes al conocimiento de nuestra historia”. Este último revisionismo que cita el autor, es el que se inicia en el siglo XIX con la obra de Adolfo Saldías y llega a su apogeo en los años treinta del siglo pasado con figuras importantes en la historiografía argentina.
A propósito de la creación del meneado instituto, Carlos “Chino” Fernández que es Asesor IAJ-CGT, publicó una nota en “El Diario” (Paraná) que, desde el título, fija su posición: “No somos neutrales”. Es decir que hay una posición tomada, lo que muchos llaman una militancia, todo ello a favor de ciertos personajes y hechos de la historia y en desmedro de la ecuanimidad que debe tener el historiador. En el primer revisionismo, el del siglo pasado, hubo también quienes asumieron una posición de militancia como Pedro de Paoli, para citar un nombre conocido, quien sostenía que “El revisionismo histórico “(…) es, substancialmente, la restauración de los valores morales de nuestro pueblo; el reconocimiento de sus orígenes ancestrales y de la fuerza misional latina, católica e hispánica que imprimió carácter al descubrimiento mismo de América”. Pero la mayoría, buscó en sus trabajos históricos, la verdad y se llega a la conclusión que ella se consigue cuando con mirada no sesgada, se analizan los hechos y se da a cada cual lo que le corresponde.
OPINIÓN AUTORIZADA
A raíz de este entuerto que ha planteado la creación oficial del Instituto, he recordado lo que una opinión autorizada, extranjera, escribió hace un año en el diario “El País”, artículo datado en París y el autor es el semiólogo y filósofo francés de origen búlgaro, Tzvetan Todorov. Lo hizo después de haber visitado a la Argentina y haber estado en la ESMA y en el Parque de la Memoria. El pensador en su artículo reconoce y critica seriamente a la represión iniciada en 1976 pero, a la vez, dice que le mostraron solamente una parte de la triste historia de esos años. El contexto en el que se desarrolló, el accionar del antes y el después, lo que fue el accionar de la guerrilla y otros pormenores que pudieran darle una visión completa de la historia de esos tiempos y no una visión sesgada, parcializada, no neutral en suma.
Sostiene que una sociedad necesita conocer la historia y no solamente tener memoria.. Me parecen muy lúcidas las palabras de Todorov cuando expresa: “La memoria colectiva es subjetiva: refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad. (…) Por su parte, la Historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala Historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos”. Y agrega a renglón seguido que la historia “Aspira a la objetividad y establece los hechos con precisión”.
Evidentemente ésta es la verdadera historia, la que busca la verdad y la expresa a través de la investigación y el trabajo muchas veces tedioso de andar en los archivos, en los museos, en las colecciones de documentos, en la lectura de otras investigaciones.
Agrega Todorov que “La historia nos ayuda a salir de la ilusión maniquea en la que a menudo nos encierra la memoria: la división de la humanidades en dos compartimientos estancos, buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables. (…) Cuando uno atribuye todos los errores a los otros y se cree irreprochable, está preparando el retorno de la violencia, revestida de un vocabulario nuevo, adaptada a unas circunstancias inéditas”.
Las palabras del filósofo francés me parecen de una gran claridad y, por ende, creo que debemos aplicarlas al debate desatado por la creación por decreto del gobierno nacional, del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico… Que no debió utilizar la palabra de una posición historiográfica de larga data en la Argentina, y que corre el riesgo de convertirse en una visión sesgada de la historia nacional. Cuando, como lo he sostenido antes, se deben compartir los errores y aciertos de nuestros próceres, ubicarlos en su lugar, y que no se desate la lucha entre buenos y malos, sino que entre todos, con errores y aciertos, hagamos la historia para que, comos e decía antes, sea maestra de la vida.

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