domingo, 17 de enero de 2010

LIBROS POPULARES Y LIBROS PARA POCOS
Escribe Carlos Sforza
Sabemos que hoy por hoy, con el crecimiento demográfico del mundo, ha aumentado, aunque parezca mentira, la cantidad de libros que se editan. Asimismo es cuantioso el número de escritores que se presentan a los concursos. Cuando uno lee o conoce por otros medios la densidad de obras presentadas, piensa que para un jurado es casi imposible leerlas a todas. Se supone que en los más resonantes concursos, existen jurados de preselección que decantan obras y dejan unas pocas para que el jurado central dé su veredicto. Ello hace, muchas veces, que se desconfíe de ciertos concursos pero, a la vez, los autores no desmayan y presentan sus originales con la esperanza de poder acceder al premio, a la publicación y a ser conocidos como escritores.
Al margen de ello, existen muchos escritores que al no tener acceso a las grandes editoriales (casi todas multinacionales), optan por otras más pequeñas o bien, por la edición de autor, contratando la impresión y edición a una imprenta especializada.
Beatriz Sarlo publicó en ADNCULTURA del diario La Nación de Buenos Aires, un interesante ensayo sobre Globalización y Cultura, que tituló “Estéticas en el mercado” (02/01/10) donde aborda el tema general del “agotamiento actual de las formas, la verdadera función de la crítica y los consumos literarios” (p.18/20).
Además de enfocar y analizar la parte plástica, dedica su último tramo a la literatura. Allí analiza lo que se denomina arte popular y arte de elite referidos a los libros y es en ese tramo en el que tiene lúcidas apreciaciones sobre el tema.
Es indudable que hay una literatura que el mercado impone a los potenciales lectores. Esa literatura que podríamos llamar popular o de masas, tiene en los que la escriben a buenos autores y también a mediocres cuando no malos escritores. La denominada literatura de elite es la que tiene muchos menos lectores porque no goza de la difusión de los grandes medios, mucha no es asequible a cualquier lector ya que por su temática y/o su forma o estructura, resulta difícil, demanda un trabajo intelectual que debe tener su práctica y los lectores en general, no se acercan o la rechazan porque desean una literatura más fácil, quizá más light.
Hay escritores, y lo señala Sarlo, que en los años sesenta y setenta, constituyeron el boom de la literatura latinoamericana. Un grupo que logró colarse en los grandes mercados europeos y de Estados Unidos, como García Márquez, Vargas Llosa, Fuentes… Y otros, que en la misma etapa eran leídos por pocos, por una elite, pero que tenían (y tienen) tanto valor como aquéllos: Onetti, Lezama Lima, Lispector…
También es cierto que al lado de aquéllos y de éstos, hubo (y hay) muchos escritores que no pasarán precisamente a la posteridad sino sólo podrán ser recordados (si lo son) a manera de dato estadístico.
Es verdad también, que la crítica ayuda o hunde, según los casos, a algunos escritores. Hacer crítica de libros no es tarea fácil. Y uno de los fundamentos de la crítica es tener “olfato” pero, a la vez, saber mantener la ecuanimidad imprescindible para poder hacer una crítica valedera por ser precisamente de verdad una crítica. Si no estaríamos ante lo que dijo Sartre de los críticos: “La mayoría de los críticos son hombres que no han tenido suerte y que en el momento en que estaban en los lindes de la desesperación, encontraron un modesto y tranquilo trabajo de guardián de cementerios”.
Es verdad, asimismo, que hay mucha literatura popular que sin ser excelente, es buena, llevadera y causa gozo en muchos lectores. Pensemos en muchas novelas policiales, en las de aventuras, las románticas (pregunta ¿cómo y por qué tuvo tanto éxito la legendaria novelista española Corín Tellado?).
Sarlo sostiene que es más difícil leer literatura que navegar la Web. Y dice que “leer literatura implica la realización de operaciones muy separación arbitraria pero que sirve para ilustrar mejor la cuestión).
Ernesto Sábato, categórico como siempre, en “El escritor y sus fantasma” asevera que “Contra los que pretenden, demagógicamente , que toda gran obra de arte a la larga es mayoritaria; y contra los exquisitos que pretenden lo contrario, creo que es fácil demostrar que ambas pretensiones son sofísticas. 1- Hay literatura grande y sin embargo minoritaria: Kafka. 2-Hay literatura minoritaria y sin embargo mala: la mayor parte de los poemas que hoy se escriben, meros logogrifos o logomáquicos. 3-Hay literatura grande y mayoritaria: El viejo y el mar. 4-Hay literatura mayoritaria y mala: historietas, fotonovelas, literatura rosa, casi toda la literatura policial” (esto lo escribió en la primera edición de Aguilar, publicada en 1963. Salvando el tiempo, se puede reciclar y aplicar hoy).
Frente a los cambios que los tiempos imponen a través de la cibernética y otros medios, hay que estar atentos y saber discernir para lo cual se necesita tener sentido común, prepararse debidamente, no improvisar, ser consecuente, no caer en lo plebeyo ni dejar de ser persona para pasar a ser parte de una masa informe.
La literatura en formato de libro, seguirá bregando para llegar a muchos o a unos pocos, pero sin claudicar, tratando siempre de nivelar apara arriba y con buenas obras de arte literario.

1 comentario:

  1. Muy buen enfoque de lo que es la crítica en general y la enorme variedad de literatura que se ofrece en el mercado. No por popular se debe suponer que es mediocre, el ejemplo de "El viejo y el mar", así lo demuestran. O el éxito de "Cien años de soledad", entre otros. Por lo leido en la nota, se entiende que ese "olfato" al que se hace referencia para determinar cuando se está ante una buena obra, se obtiene, en el caso de la literatura, leyendo, leyendo...y un poco, o mucho, de sentido común.
    Hemos de tratar de aplicar entonces un tanto de uno como del otro, para poder disfrutar de la mucha buena cantidad de arte que se ofrece en todos los rubros.

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