domingo, 22 de abril de 2012

LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO Escribe Carlos Sforza*
Desde el 19 de abril al 7 de mayo, se realiza en Buenos Aires la 38º Edición de la Feria Internacional del Libro del Autor al Lector.
Sin dudas año tras año, este encuentro se ha convertido en uno de los más importantes de habla española en el mundo. Desde sus comienzos, en una plaza porteña, la Feria ha ido creciendo y se ha expandido. Estuvo muchos años en Figueroa Alcorta y ahora en el predio de la Rural.
Es una experiencia fuera de serie lo que se vive en la Feria. Su crecimiento ha sido notable. Yo diría que es una gran vidriera expuesta al mundo para mostrar la presencia del libro y sobre todo, la de muchos autores que pueden dialogar libremente con el público.
Por supuesto que ese mismo crecimiento ha incorporado a grandes editoriales (multinacionales) y a países que traen sus propios stands con libros de autores de cada uno de ellos.
Las modernas técnicas suman su presencia para actualizar de manera evidente el evento magnífico de lo que es la Feria.
Yo he participado en muchas ocasiones en diversas ediciones de la Feria. Ya sea como expositor de mis libros, como presentador de libros de colegas y en la presentación de mis propias obras. Y en el stand originario donde estaba ubicada Entre Ríos, el de las Provincias, y luego en el propio que levantaba la Entre Ríos he firmado ejemplares y he podido dialogar con quienes se acercaban a la mesa en que estábamos ubicados.
ENTRE RÍOS SIN STAND PROPIO
Lamentablemente este año, la provincia no tendrá su propio stand. Según se informó oportunamente, el actual Director de la Editorial de Entre Ríos confirmó que “nosotros participaremos en el stand de las provincias y no con uno propio”. La explicación de este retroceso en cuanto a no tener un stand propio como otros provincias y como lo venía haciendo en ediciones anteriores según explicó José María Blanco, es “porque cuando yo me hice cargo (de la repartición en el mes de marzo), el expediente que estaba en trámite, manifestaba algunas cuestiones de índole administrativa que había que resolver en muy poco tiempo (…). Y es por ello, según sus declaraciones, que “se decidió no participar con stand propio porque estábamos hablando de una inversión que oscila en los l00.000 pesos”.
Es indudable que es una regresión el no poder contar con un stand propio, y participar junto a otras varias provincias, en uno conjunto, donde los libros de cada una de las provincias exponentes, pueden confundirse. Por mis experiencias anteriores, los libros en ese stand se amontonan mucho y para localizar cada provincia hay que recorrer uno por uno los estantes donde están los libros (si bien tienen una identificación con el nombre de la provincia en que se exhiben esos libros). Recuerdo que por mi paso por el stand de las provincias, quienes eran responsables del mismo, trabajan a conciencia y allanaban los caminos de quienes exponíamos libros y firmábamos ejemplares y dialogábamos con el público.
Ahora bien, un stand propio en la Feria significa un espacio único para la provincia y ello facilita enormemente la exposición de las obras y, a la vez el acceso de los posibles lectores y del público en general, al diálogo con los autores presentes.
PRESENCIA DEL LIBRO
La Feria, como dije, es una gran vidriera abierta al mundo para exponer los libros de autores conocidos, de autores poco conocidos, y obras de distintos géneros y de diferentes calidades literarias.
Es importante una manifestación de la índole de la Feria Internacional del Libro, para que la obra impresa llegue al lector, lo ojee y lo hojee y se interese en el mismo. Si bien es cierto que asistimos a una degradación de ciertos aspectos de la cultura, donde toman la posta y el encomio de muchos comentaristas (no diré críticos) de libros que carecen de entidad literaria. Donde aparece la banalidad y el “cholulismo” con el formato de libro y es vendible porque muchas circunstancias confluyen para esa degradación.
Precisamente Mario Vargas Llosa en su último libro que aparece en estos días en España, “La civilización del espectáculo”, sostiene que “El intelectual sólo interesa si sigue el juego de moda y se vuelve un bufón”. Y agrega que estamos ante “La banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”. Estas reflexiones, que son un adelanto del libro, vienen bien ante la Feria Internacional que se realiza en Buenos Aires, para que muchos asistentes sepan separar el trigo de la cizaña (para tomar un ejemplo del Evangelio) y busque la auténtica literatura y no los oropeles que se nos quieren dar como obras literarias. De allí que el escritor peruano, sin pelos en la lengua y con valentía afirma que “las estrellas de la televisión y los grandes futbolistas ejercen la influencia que antes tenían los profesores, los pensadores (y antes todavía) los teólogos”.
Creo que en este tiempo del desprecio, como dijo alguna vez Ernesto Sábato, cabe reflexionar sobre las palabras lúcidas del autor de “La guerra del fin del mundo” y máxime, cuando en nuestro país se desarrolla un evento como la Feria Internacional del Libro.

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