lunes, 21 de noviembre de 2011

VALIOSO APORTE A LA CUENTÍSTICA ENTRERRIANA
Escribe Carlos Sforza*
Acabo de leer “de un tirón” el libro de Cecilia Oberti, “El hilo de las Moiras…o el Azar” (Ediciones de las Tres Lagunas, prólogo de Tuky Carboni, foto de tapa de Mimí Cortés, Buenos Aires, 2011, 86 páginas).
Se trata de un conjunto de cuentos que abarcan en su mayoría cuentos largos y en minoría mini relatos que forman la última parte de la obra.
De entrada debo decir que me parece éste, un nuevo y valioso aporte a la cuentística entrerriana. Por eso lograron los cuentos que los leyera “de un tirón” como expreso al comienzo, ya que son atrayentes. Lo son por la estructura que Cecilia le da al libro (y que salvando las distancias y las formas, me recuerdan a mi último libro, “Los cuentos del Astrólogo”) puesto que las tres viejecitas: Teodora, Raquel y Zenobia son las que van relatando a medida que realizan sus menesteres, los cuentos que se recogen en ese almacén de ramos generales que alberga a los oyentes. O, para decirlo en otra forma, que nos reúne a los lectores para que gocemos con una prosa ágil, con empleo de diferentes técnicas literarias y que sume todo ello para lograr una obra valiosa.
Hay en cada cuento un hecho, un personaje que deambula por el relato y mantiene la atención del lector. Hay misterio en los cuentos. Un misterio que no se sabe si proviene de las Moiras o simplemente del Azar. De ahí el título del libro. Sabemos, por otra parte, que las Moiras en la mitología griega eran portadoras del destino de los hombres. Vestían de blanco y eran tres (en la mitología romana pasaron a ser las Parcas).
En el comienzo de la obra, “El juego de las hilanderas” nos señala el camino que va a tomar toda la obra. Parafraseando al Quijote, empieza diciendo “Hace un tiempo, no recuerdo bien cuándo, en un pueblo del que no importa su nombre…” (p. 10). Y desde ahí comienza a hablar Teodora, cuya descripción física es impecable; continúa presentando a las otras dos viejecitas: Raquel que da colores a los hilos y Zenobia que los entrecruza y arma la trama. Todo ello ambientado en medio de un trueno que presagia la inminencia de una tormenta o lluvia, ambiente propicio para escuchar los relatos de las tres mujeres que son las que tienen la voz narradora en el libro.
Enseguida comienzan los cuentos con ”El sereno blanco”, con un halo de misterio en medio de la una tormenta que se desata en el campo y un monte cuasi tenebroso. Porque, como ya dije, Cecilia juega con los misterioso, con lo muchas veces inexplicable. Con lo que pueden hacer las Moiras o más sencillo, el azar. Todo queda en la imaginación del lector para continuar con las historias que nos entrega Cecilia Oberti.
Algún cuento tiene un final previsible, a lo menos para mí como narrador, tal el caso de “Tarde para la cita”. Pero, aclaro, ello no le quita ningún mérito a una historia bien tramada y bien llevada hasta su resolución. En la página 41 reaparecen las viejecitas con sus quehaceres y retoman el hilo conductor en la voz de Raquel. Y en la página 66 es Zenobia la que toma la palabra para seguir tejiendo los cuentos y relatos que reciben los oyentes imaginarios y, en nuestro caso, el lector real.
Hay cuentos que pintan de lleno una sociedad muchas veces basada en la hipocresía y las convenciones como “Contratos sociales”. Otras el reencuentro con la propia identidad, talo el caso de “La foto ausente”. Desde la tercera intervención de las viejecitas, comienzan los cuentos y relatos breves o mini cuentos, con una prosa bien trabajada.
He gozado enormemente con la lectura de los cuentos que reúne Cecilia Oberti en “El hilo de las Moiras… o el Azar”. En ellos la autora ha logrado mostrar parte de nuestro ser y terruño, pero no como una manifestación de un colorido pintoresquismo localista, sino con una trascendencia que va a lo que es universal en el ser humano. Las supersticiones, los misterios, las fábulas que son anteriores a la simple narración según sostienen estudiosos de los mitos. Y todo ello escrito con una prosa trabajada y a la vez espontánea, es decir, no “acartonada”. Los cuentos reúnen las condiciones esenciales que el género requiere. Tienen verosimilitud, interés, mantienen la atención y, lo que es esencial, tienen la forma ajustada al tema. Están escritos como deben estar cuando se hace una obra literaria. Por eso digo que “El hilo de las Moiras… o el Azar” es un valioso aporte a la cuentística entrerriana y, por ende, a la narrativa argentina.

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