sábado, 2 de abril de 2011

LITERATURA DEL SIGLO XXI
Escribe Carlos Sforza*
Entrado el siglo XXI y en pleno nuevo milenio, podemos preguntarnos cómo será la creación, a través de la literatura, en estos tiempos.
Italo Calvino fue invitado por la Universidad de Harvard en 1984 para ocupar la cátedra de las “Charles Eliot Nort Poetry Lectures” y escribió seis conferencias, que no pudo dictar pues falleció el 19 de septiembre de 1985, antes de las fechas determinadas para dictarlas. No obstante ello, fueron reunidas y publicadas en 1989. Se reeditaron en 1998 con un apéndice en el que se incluyó un manuscrito del escritor italiano, texto inédito, que había titulado “El arte de empezar y el arte de acabar”, referido, claro, a la obra de arte literaria.
Calvino en sus conferencia publicadas bajo el título “Seis propuestas para el próximo milenio” y traducidas en edición española en 1998, reflexiona con profundidad y con ejemplos de los grandes creadores de la literatura, sobre el tema y cada una de las conferencias (capítulos en el libro) da la pauta de lo que él considera deben ser las características de la literatura del nuevo milenio. Ellas son 1) Levedad, 2) Rapidez, 3) Exactitud, 4) Visibilidad, 5) Multiplicidad y 6) El arte de empezar y el arte de acabar.
Cuando habla de Lucrecio y de Ovidio, expresa que “(…) en ambos casos la levedad es algo que se crea en la escritura, con los medios lingüísticos propios del poeta, independientemente de la doctrina del filósofo que el poeta declara profesar” (p. 25).
En este siglo y milenio que transitamos, al plantearnos el tema de la creación en la literatura, debemos afilar el lápiz, previa reflexión sobre el caso, para encontrar lo que puede resultar de la creación literaria. Ante las invenciones de la ciencia que camina a pasos agigantados, que parece subir por el ascensor, la literatura se afirma con paso lento pero seguro, no está a expensas de los cortocircuitos o apagones que pueden inmovilizar al ascensor, sino que camina subiendo las escaleras peldaño a peldaño.
Por eso, cabe pensar en la creación propiamente dicha, lo que el hombre es capaz de hacer brotar de su intimidad, de su mismidad. Lo que el creador literario, el narrador, el poeta, el ensayista, pueden ofrecer como algo que se inserta en los cambios del nuevo siglo y hace que su obra sea una muestra de la vitalidad de la creación literaria.
Jorge Steiner sostiene que “(…) La creación siempre se da –en analogía con, diría Tomás de Aquino- la primera Creación. La invención, en cambio, tiene una naturaleza totalmente distinta, Colectiva, anónima, surge de un automatismo muy hermoso y profundo. Inventada la palanca, la bomba atómica no anda lejos… La tecnología tiene en efecto, una enorme inercia trascendente. Avanza siguiendo reglas científicas que conducen siempre al siguiente capítulo. Esto es algo inconcebible para la creación. Sin Beethoven no habría Novena Sinfonía, sin Shakespeare no habría Hamlet y sin Proust no habría En busca del tiempo pedido. Cada creador es irremplazable. Los más grandes inventares está siempre, en cambio, perfectamente tranquilos (…)”.
Tenemos así, en las palabras de Steiner, la diferencia entre el creador y el inventor. El inventor sigue un camino lógico, en el que un descubrimiento, un invento, es un hito en la marcha hacia otro invento. El creador, por el contrario, lo que crea lo hace por un acto único e intransferible. Ello le da esa impronta que marca un estilo y puede ser imitada pero siempre será diferente a la original.
Se sabe, y lo sabía perfectamente y lo escribió Italo Calvino, que las lenguas modernas prácticamente nacieron y se expandieron en occidente en el milenio anterior al que hoy transitamos. Y ha sostenido el narrador e investigador italiano cómo aquel milenio ha sido el del libro que lo vio transformarse en un objeto como lo conocemos. En el nuevo milenio aparecen las formas digitales del libro, sin el soporte clásico que hoy vemos. Y hay quienes piensan que eso demuestra que el libro si no ha muerto morirá con su tradicional formato. Pero, como decía el poeta, “los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”. Y el libro, expresión de la creación del hombre escritor, perdura y perdurará no obstante el avance de las nuevas invenciones de la cibernética.
Es claro que cuando el escritor se pone ante la hoja en blanco o la pantalla titilante de la computadora, se puede plantear qué es lo que quiere expresar con lo que pretende crear. Y eso ha sido siempre. Y hoy, en este siglo y milenio nuevos, no podemos ser ajenos a lo que nos rodea. No podemos ignorar las apetencias y las búsquedas de nuestros semejantes. No podemos, asimismo, desvincularnos del medio ambiente que nos rodea y que rodea en el planeta tierra a millones de personas. Y no podemos dejar de lado lo que ello significa en un mundo de invenciones que muchas veces se usan como instrumentos depredadores.
Ante este cuadro de situación, los escritores tenemos en nuestro interior las fuerzas suficientes para hacer creaciones literarias que marchen acordes con el siglo. No que sean complacientes con los requerimientos de un mundo consumista y mercantilista. No. Sencillamente, encontrar los elementos formales que adecuen nuestra escritura a los tiempos, pero que a la vez sea una verdadera creación para que lo que digamos se convierta en una verdadera obra de arte.
Calvino fijó pautas de lo que debiera caracterirzar a la literatura del nuevo milenio. Y a esas pautas, cada creador debe añadirles otras, de su propia actividad y mirada para que así, la literatura continúe como verdadera creación en el mundo acelerado y cambiante que vivimos.

1 comentario:

  1. Dice Pichón Riviere:..."El artista, como toda persona de nuestro tiempo, tiene que abordar los problemas que se le plantean a cualquiera de sus semejantes, pero con la diferencia de que él se anticipa, y como ser anticipado se le adjudican las características de un "agente de cambio"....(EL proceso Creador)
    Son los artistas quienes le dan una mirada diferente a la realidad, y por lo tanto son muchas veces los chivos donde depositamos nuestras frustraciones, ellos nos enfrentan a los miedos ancestrales que nos identifican como humanos. Pero cuando lo hacen con calidad, le dan al mismo tiempo un poesía que deleita los sentidos.
    Nuevamente gracias a todos los creadores que nos hacen la vida más placentera.

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