sábado, 13 de noviembre de 2010

LA PALABRA ENCANTADA
Escribe Carlos Sforza*
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez ha publicado un original y feliz artículo sobre LAS MIL Y UNA NOCHES. Es original puesto que no sólo rescata la palabra de Schehrazada que la salva de morir bajo la orden del califa Schahriar, sino porque también ubica al contador de historias que en el mercado oriental, sobrevive gracias a la palabra. Puesto que, al contar las historias transmitidas oralmente, recibe las monedas suficientes para poder alimentarse y seguir con vida. Y es feliz porque me ha hecho reencontrarme con el libro que he leído en su totalidad y muchas veces fragmentariamente y que siempre nos muestra aspectos no vistos antes y nos encandila con las narraciones encadenadas, con los cuentos orientales, con las alfombras voladoras y los eunucos, con los ladrones y mercaderes, con los que luchan por vivir en medio de las zozobras de las largas caravanas. En fin, me ha devuelto a un mundo lejano y a la vez plagado de aventuras y misterios, de fantasías y de opulencia en la imaginación.
COMIENZO DEL LIBRO
En la edición en español que poseo y tengo a la vista, el libro comienza con “Historia del Rey Schahriar y su hermano el Rey Schahzaman. Es por demás conocida la situación del segundo, engañado por su mujer y que se reitera cuando visita al primero, quien también es engañado por su esposa. Al enterarse y ver con sus propios ojos la traición de su mujer, Schahriar ordena que la maten a ella y a los esclavos y esclavas de la cohorte. Y cómo, desde entonces, el califa Schahriar todos los días se casa con una joven del reino y después de la noche nupcial, la manda matar. Llega a un punto en que todos han huido del reino y es cuando el Califa ordena al gran visir que le busque una joven. Sucede que ya no quedan ya en esos lugares salvo las dos hermosas hijas del visir. Y cuando él les relata lo que le ha pedido el califa y sabe lo que le espera a quien se case con él, Schehrazada pide ser ella la elegida. Ante la aflicción del padre, la lleva y se casa.
VALOR DE LA PALABRA ENCANTADA
La noche de la boda, cuando Schahriar se acercó a la joven desposada, ésta comenzó a llorar y al inquirir la causa el califa, Schehrazada le dijo que quería despedirse de su hermana Doniazada. Accedió el rey e hizo llevar a la joven para encontrarse con su hermana y despedirse. Se abrazaron y Doniazada “dijo entonces a Schehrazada: “¡Hermana, por Alah sobre ti!”, cuéntanos unas historia que nos haga pasar la noche. Y Schehrazada contestó: “De buena gana, y como un debido homenaje, si es que me lo permite este rey tan generoso, dotado de tan buenas maneras.” El rey al oír estas palabras, como no tuviese ningún sueño, se prestó de buen grado a escuchar la narración de Schehrazada”.
Y allí comienzan las narraciones, los cuentos, las leyendas, contadas por la joven esposa al rey. Y como la joven mujer conoce todas las historias que se han narrado a través de años y años, aquellas que llegan a través de las narraciones traídas por las caravanas desde países lejanos, las que se transmiten en los mercados diariamente, va hilvanándolas de tal forma, que mantiene la atención, el interés del califa. Porque sin dudas, la joven mujer es una narradora excepcional ya que si el interés del rey decae, su cabeza también caerá cortada por el alfanje del verdugo.
Y no decayó. Durante tres años, en mil y una noches, la palabra encantada de Schehrazada mantuvo atento, cautivado, hipnotizado al rey y se salvó la esposa de seguir la suerte de las anteriores mujeres del califa.
El valor de la palabra está allí, en boca de Schehrazada. Y lo está no sólo por la palabra en sí misma, sino por cómo dice la joven esa palabra. Cómo arma sus relatos y cuentos para atrapar el interés, la atención del marido. Y por esa palabra encantada no sólo salva su cabeza sino hace que el rey se arrepienta y perdone a todas las jóvenes mujeres del reino. El valor de la palabra campea en todo su esplendor y encantamiento en boca de Schehrazada. Es la narración perfecta para conquistar a un severo oyente como era el hasta entonces sanguinario califa.
FINAL DE LAS MIL Y UNA NOCHES
Sucede cuando, transcurridos tres años desde la primera noche, Schehrazada lleva ante el rey a sus tres pequeños hijos y los pone ante él y le dice: “¡Oh rey del tiempo!, he aquí a los tres hijos que en estos tres años te ha reparado el Retribuidor por mediación mía.” Y se escribe en el libro: “Y mientras el rey Schahriar besaba a sus hijos, penetrado de una alegría indecible y conmovido hasta el fondo de sus entrañas, Schehrazada continuó: “Tu hijo mayor tiene ahora dos años cumplidos, y estos dos gemelos no tardarán en tener un año de edad. (¡Alah aleje de los tres el mal de ojo!)”
Viene el arrepentimiento del califa y el reconocimiento a las virtudes de su joven esposa y consecuentemente, el perdón y salvación no sólo de ella sino de todas las mujeres del reino. Y cuando logra dominar un poco su emoción se encara con su esposa y le dice: “¡Oh Schehrazada!, ¡por el Señor de la piedad y de la misericordia que ya estabas en mi corazón antes del advenimiento de nuestros hijos. Porque supiste conquistarme con las cualidades de que te ha adornado tu Creador y te he amado en mi espíritu porque encontré en ti una mujer pura, piadosa, casta, dulce, indemne de toda trapisonda, intacta en todos sentidos, ingenua, sutil, elocuente, discreta, sonriente y prudente. ¡Ah! ¡Alah te bendiga, y bendiga a tu padre y a tu madre y tu raza y tu origen!”
Al fin el hermano del califa se casa con la hermana de Schehrazada y la paz regresó al espíritu del rey y a todos los habitantes del reino. “Y entonces fue cuando los regocijos y las iluminaciones llegaron a su apogeo, y durante cuarenta días y cuarenta noches toda la ciudad comió y bebió y se divirtió a costa del tesoro.”
DE DÓNDE VINO EL LIBRO
Es sabido que “Las mil y una noches” fue traducida en el siglo XVIII. Más concretamente entre 1704 y 1707 en francés gracias a la traducción realizada por el arqueólogo Antonio Galland. Es, se ha dicho, un compendio resultante de un proceso de fusión y de síntesis, puesto que se cree que estos relatos nacieron en la India, de allí pasaron a Persia y de ese lugar a los países árabes. Ello significa que la fusión de relatos orales ha hecho posible que ese portentoso libro que es “Las mil y una noches” llegue hasta nosotros y como en sus comienzos orales, siga deleitándonos. Y, así como Schehrazada logró salvarse y salvar a las jóvenes mujeres, de la muerte física gracias a la palabra armónica, encantada, de la joven en sus relatos nocturnos al califa, también, como analiza Sergio Ramírez, el contador de cuentos de los mercados orientales, se salva por la palabra que sabe decir y no la profana sino que le devuelve lo sagrado que ella tiene. Dice el escritor nicaragüense que, “Ambos, Schehrazada en el palacio del sultán y el narrador callejero en las plazas y los mercados que se gana la vida contando historias, se salvan de la muerte y del hambre por medio de su habilidad con las palabras. Se salvan con la lengua”.
COLOFÓN
Muchas veces he escrito y hablado del valor de la palabra. Y el fabuloso libro de autor anónimo, “Las mil y una noches”, nos muestra claramente el valor de la palabra. En la voz de Schehrazada y en la del contador de cuentos de los miles de mercados donde se reúnen los viandantes del desierto y los mercaderes que regatean. Y ese valor es el que nos hace fuertes porque sabemos que la palabra salva. Pero salva cuando mantiene su sacralidad y su valor y cuando quien la dice, quien la escribe, sabe hacerlo para no traicionarla.

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