domingo, 21 de noviembre de 2010

TIERRA HOGAR de LAURA PÉREZ
Escribe Carlos Sforza
Hablar de una novela recientemente publicada, y más aún, de la primera novela de una autora que anteriormente nos entregó un poemario, conlleva la responsabilidad de adentrarse en el contenido de la misma que implica también examinar la forma y el tema para lograr aproximarse a una definición más o menos verdadera de la obra.
Laura Pérez, nacida en Distrito Rincón de Nogoyá Sur de Victoria, nos ofrece hoy TIERRA HOGAR (Ediciones Del Castillo, Rosario (S.F.), septiembre de 20l0, 186 págs.) que la presenta como novela y está narrada en tercera persona.
Hay un juego sutil en la presentación de la obra y en el tema. Y lo hay puesto que la narradora habla del personaje central, como una persona a la que ha tomado para mostrar su periplo existencial en momentos cruciales de su vida. Pero, a la vez, ese personaje es la autora misma. De allí que en la contratapa del libro Víctor Elizalde afirme que estamos ante “una novela autobiográfica que más allá de lo estrictamente literario, marca la búsqueda de la Verdad desde el tibio sol que le dio origen”.
Sabemos que definir lo que es una novela hoy en día no es fácil. Se ha ampliado tanto el abanico de sus posibilidades, que es un verdadero río cenagoso en el que caben diversas formas de novelas. De allí que Camilo José Cela haya dicho que novela es aquella obra que debajo del título lleva la palabra “novela”.
Más aún tengo presente lo que escribió hace varios años Luis Alberto Sánchez: “(…) como quiera que uno se coloque frente a la novela, es absolutamente imposible: a) clasificarla o definirla estrictamente, y b) separarla de la vida. Vida presente o pretérita, actualidad o historia, beligerancia o tradición, ella se refleja en la novela. Es su misma sustancia Por lo tanto, la vida es imposible sin su novela”.
En el caso de TIERRA HOGAR pienso que estamos ante una novela que rompe ciertos cánones por su estructura y porque las historias narradas, que al fin de cuentas es una sola y única historia aderezada con diferentes tiempos y momentos que no se conducen lineal y cronológicamente, sino que de una etapa se regresa a otra anterior, y se sitúa en lo que algunos colocan como subgénero de la novela histórica y la llaman novela biográfica. Y, como decía Manuel Gálvez, “Casi siempre la novela biográfica es autobiográfica”.
Podría incluso plantear la cuestión siguiente: ¿es la de Laura Pérez una novela autobiográfica o es una autobiografía novelada?
Debo confesar que lo que podría aventurarme a llamar el esqueleto de la novela que hoy nos entrega Laura, yo la conocí oralmente de boca de la autora, hace algunos años. Y ahora, que la veo plasmada en el libro, advierto que ha logrado una obra que no es pura ficción, sino que es fundamentalmente un testimonio de vida. Testimonio valiente, claro, porque el tema planteado requería de valentía para afrontarlo de esa manera y no perder en ningún momento la esperanza. Es una vida de contratiempos, es un claro enjuiciamiento a instituciones, en este caso, religiosas, encasilladas en parámetros que muchas veces por querer o pretender querer cumplir las leyes internas, matan el espíritu que dio nacimiento a una forma de vida consagrada a través de una orden religiosa. Y también, en el drama infantil, en la enfermedad de la madre, un enjuiciamiento a instituciones de salud que en vez de devolver la cordura en forma de amor, trastocan la personalidad del paciente y aplican métodos reñidos con el respeto al otro, al prójimo, convertido en esas circunstancias, en paciente.
En medio de la trama novelesca, donde aparecen nombres y personas convertidas en personajes, que muchos conocemos, hay un verdadero canto a la vida. Lo trasuntan los poemas que mechan la narración en prosa, la misma prosa que toma vuelos poéticos y además, el temple demostrado por el personaje que no es sino la autora que es presentada, como queda dicho, por la voz del narrador en tercera persona.
En la nómina de novelas biográficas existen tantas variaciones que el crítico peruano Sánchez, afirma que para salvar el escollo conviene incluir como novelas biográficas a las biografías noveladas. Y trasladando esta conclusión a TIERRA HOGAR, yo encuentro que estamos ante una autobiografía novelada, que adquiere los atributos de novela porque tiene una buena estructura, si bien es parca en el uso de los diálogos, logra mostrarnos la vida en la vida de su personaje central, como asimismo en el entorno humano y las comparsas que la acompañan. Es emotivo el tramo en el que nos relata la autora la relación y posterior decepción, con Aníbal. La incógnita que plantea la presencia casi misteriosa de Mario. La fortaleza y fe en Dios de los padres de la protagonista. Las relaciones humanas con sus hermanos, con las alumnas de la escuela de adultos. Y, lo urticante que resulta la vida en la comunidad religiosa, de la cual fue separada sin razones valederas que explicaran esa separación.
Para armar esta autobiografía novelada, Laura Pérez recurre a diversos procedimientos ya sea en los tiempos históricos o en el ensamble de situaciones diversas. Asimismo tiene una prosa poética que habla de una fina sensibilidad. Y al decir esto recuerdo el sonido musical de la casuarina de su casa en el campo, que tiene la belleza de una muy bien trabajada prosa.
Es indudable que de la escritura de Laura Pérez emerge su don de poeta. Y como ha escrito Santiago Kovadloff, “Poeta es, primeramente, no quien sabe emplear el idioma, sino aquel que se muestra apto para desembarazarse del uso corriente del idioma”.
Podría decir que en este libro encontramos muchas contradicciones que se dan en la vida. Pero que esas contradicciones la autora las supera en una dolorosa catarsis que aparece en la obra. Porque, como dijera André Breton en “Los manifiestos del surrealismo”: “Todo hace creer que hay un momento del espíritu en que la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo, dejan de percibirse contradictoriamente”.
En esa misma complejidad del espíritu, es donde, en el libro, Laura Pérez consigue la epifanía de su ser y logra transmitirla en esta promisoria primera novela que no es sino una muestra más de lo que puede la mujer fuerte de que nos habla la Biblia.

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