miércoles, 11 de agosto de 2010

CARTAS A JÓVENES ESCRITORES
Escribe Carlos Sforza*
A lo largo de la historia de la literatura encontramos cartas escritas a jóvenes escritores. Las mismas han sido redactadas por otros escritores, muchos de ellos si no la mayoría, consagrados, dando sus consejos, su experiencia, a quienes hacen las primeras armas en la escritura y en los diversos géneros en los que hoy está dividida académicamente la labor literaria.
ALGUNAS CARTAS
Entre las más difundidas cartas a los jóvenes iniciados en el arte de escribir, no podemos soslayar “Cartas a un joven poeta” que escribió Rainer María Rilke a Franz Xaver Capuz. Se trata de diez epístolas desde el año 1903 al año 1908. Estas cartas han sido leídas no sólo por el destinatario, sino por muchísimos poetas que han abrevado en ellas y han aprovechado las reflexiones y consejos del autor de “Las elegías de Duino”. Capuz dice en el prólogo a la reedición que tengo a la vista de SigloVeinte (1957), que esas cartas son importantes para conocer el mundo de Rilke “e importantes también para muchos de hoy y de mañana que se forman y devienen. Y donde habla un grande y sin igual artista deben callar los pequeños” (prólogo del año 1929). Rilke habla con la experiencia de un verdadero y grande poeta. Le dice al destinatario que “Nadie le puede aconsejar ni ayudar; nadie. Solamente hay un medio: vuelva usted sobre sí”. Y después le expresa: “Por eso, sálvese de los motivos generales yendo hacia aquellos que su propia vida cotidiana le ofrece. (…) Una obra de arte es buena cuando ha sido creada necesariamente”.
En 1975 en Ediciones El Mendrugo (Bs.As.) Ernesto Sábato publicó “Carta a un joven escritor”, de la que tengo un ejemplar con una afectuosa dedicatoria del autor de “Sobre héroes y tumbas”. Se trata de una larga carta donde Sábato le habla con su sabiduría y experiencia a un “Querido y remoto muchacho”. Dice en una parte que “un gran escritor no es un artífice de la palabra sino un gran hombre que escribe y él lo sabe. Si no, ¿cómo preferir el bárbaro Cervantes al virtuoso Quevedo?” Llama la atención sobre el fetiche de “lo nuevo” y por eso dice en su carta que “Cada cultura tiene un sentido de la realidad, y dentro de ese ciclo cultural, cada artista. (…) Cada creador debe buscar y encontrar su propio instrumento, el que le permite decir realmente su verdad, su visión del mundo”.
Eduardo Mallea escribió en 1962 “Palabras sobre un arte (A un novelista que comienza)” y que incluyó en su libro “Poderío de la novela” editado por Aguilar. Es una larga carta dividida en 21 pequeños capítulos, donde da sus consejos a ese potencial novelista que comienza su trabajo que es vocación y oficio. Le expresa en unas líneas que “(…) me daría satisfacción pensar que en la base de usted mismo y de su arte radica primordialmente la idea de conflicto. Casi no valdría la pena escribir si no existiera la idea cenital de la contienda trágica del alma consigo misma”. Cuando habla del artista, le dice que éste “es realista porque es testigo, el testigo por antonomasia, el testigo de los testigos; no realista por las órdenes de la secta ni por las tentaciones de la comodidad”. Lo llama a ser “interior y contumazmente libre” ya que “a nada debe servir más que a la verdad profunda de sus criaturas: si son fuertes, de todos modos se rebelarán sobre usted mismo; sólo le tocará escucharlas con lealtad”.
Mario Vargas Llosa publicó “Cartas a un novelista” en 1997 (Edit.Ariel). El libro reúne doce epístolas dirigidas a un amigo, joven que comienza a manejar los difíciles hilos del discurso novelesco. Le habla de su experiencia cuando era joven y también le aclara lo que siempre he sostenido: que “la ficción es una mentira que encubre una profunda verdad”. Sostiene que la vocación literaria no es un pasatiempo sino una “dedicación exclusiva y excluyente “, por eso, agrega: “quien ha hecho suya esta hermosa y absorbente vocación, no escribe para vivir, vive para escribir”.
Habla del tema y de la forma, algo que es fundamental en la narración. De allí que según Vargas Llosa “lo que una novela cuenta es inseparable de la manera como está contada”. Habla de la estructura de la novela, de los planos de la realidad y de tantos otros tópicos que, sin dudas, para el joven narrador al que las cartas van dirigidas (que al fin, somos todos los lectores) le muestran los puntos de vista de un novelista de valor como es el autor de “La guerra del fin del mundo”.
CARTA A UN JOVEN ESCRITOR
El escritor y miembro de la Real Academia Española, Arturo Pérez-Reverte, publicó en el diario “La Nación” de Buenos Aires (9/8/2010), “Carta a un joven escritor”. Ello motivó esencialmente esta nota y me permitió recuperar algunas de las anteriores cartas que grande autores han escrito para hablar sobre el arte de crear poesía o de narrar.
Pérez-Reverte dice a su potencial lector-escritor que para el oficio que emprende “No hay otra receta que leer, escribir, corregir, tirar folios a la papelera y dedicarle horas, días, meses y años de trabajo duro”. Para llegar a ser escritor, afirma el autor español que “Cuenta el talento de cada cual”. Y aclara: “Y no todos lo tienen: no es lo mismo talento que vocación. Y el adiestramiento. Y la suerte”.
Ante el apuro de muchos jóvenes (y no tan jóvenes escritores) por publicar, advierte el autor de la carta que están “Los que publican en el momento adecuado, y los que no. También ésas son las reglas. Si no las asumes, no te metas. Recuerda algo: las prisas destruyeron a muchos escritores brillantes”.
De allí que es importante escuchar lo que nos dice gente de valor y de experiencia en esta aventura de ser escritores. Afirma Pérez-Reverte que “lo que distingue a un novelista es una mirada propia hacia el mundo y algo que contar sobre ello, así que procura vivir antes. No sólo en los libros o en la barra de un bar, sino afuera, en la vida” (…) Escribe cuando tengas algo que contar”.
Es indudable que la vida enseña más que muchas academias sobre el arte de la novela. Sobre cómo se encara una noticia, un suceso, un hecho cotidiano y se lo transforma en una ficción que tenga verosimilitud y, a la vez, la forma adecuada para contarlos.
Destaca que si bien es cierto que en una novela hay arte, no es menos cierto que también hay artesanía. Oficio puesto al servicio de la imaginación. Asimismo da un valioso consejo sobre la escritura. Dice: “La principal herramienta es el lenguaje. Olvida la funesta palabra estilo, burladero de vacíos charlatanes, y céntrate en que tu lenguaje sea limpio y eficaz. No hay mejor estilo que ese”.
Es claro cuando afirma que “una novela es, sobre todo una historia que contar Una trama y una estructura donde proyectar una mirada sobre uno mismo y sobre el mundo. Y eso no se improvisa”. Para ello, aconseja conocer a los grandes novelistas. Los del siglo XIX y los de comienzos del XX. Da nombres como Stendhal, Balzac, Flaubert, Dostoievski, Tolstoi, Dickens y de varios españoles. Y como final, pone los puntos sobre las ies. Aconseja y aconseja bien. Por eso escribe:”Sitúate en tu tiempo y tu obra. Y no dejes que te engañen: Agatha Christie escribió una obra maestra, “El asesinato de Rogelio Ackroyd, tan digna en su género como “Crimen y castigo” en el suyo. Un novelista sólo es bueno si cuenta bien una buena historia”.
Todo lo dicho por los autores citados y los breves comentarios, no son sino para que sirvan de acicate, de consejo, de advertencia para los jóvenes que hoy o mañana, comenzarán a vivir la excepcional aventura de convertirse en escritores.
*Blog del autor: www.hablaelconde.blogspot.com

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