jueves, 27 de febrero de 2014

TRES ESCRITORES EMBLEMÁTICOS
Escribe Carlos Sforza*
Roberto Retamoso es crítico, poeta y docente en la Universidad Nacional de Rosario. A su bibliografía de crítica y ensayo, acaba de sumarle un nuevo aporte. Se trata de “Realismo y Metafísica en Roberto Arlt, Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal” (Editorial Fundación Ross, Rosario, 2013, 292 p.).
El libro está dividido en cinco capítulos en los que analiza la novela y se sitúa en el realismo en la Argentina para luego, en los tres últimos, abordar el estudio de Arlt, Fernández y Marechal.
Retamoso en la Nota Preliminar aclara cómo y cuándo escribió su obra (en el año sabático en la universidad Nacional de Rosario, “entre setiembre de 2011 y agosto de 2012”). Y amplía, asimismo, que su estudio “Posee, por consiguiente, muchos de los rasgos propios del trabajo académico y monográfico” (p, 9). Y vale la aclaración puesto que en la lectura se advierte el carácter académico y, a la vez, la formulación que hace que su aporte al tema lo plantee desde su calidad de docente universitario. Lo cual, claro, no desmerece el trabajo del autor sino que simplemente, como él mismo lo consigna, es una aclaración para el lector que se sumerge en su ensayo crítico.
En el primer capítulo nos habla de Novela, Realismo y Metafísica. Que es una introducción a la postura que el autor va a asumir en su análisis de los tres escritores argentino. Hay en ese primer capítulo una síntesis de lo que se considera como realismo y cómo la metafísica se cuela en él. Hace una síntesis histórica del realismo y de la novela realista que emerge en su totalidad como expresión de la burguesía y sigue los pasos que marca Jaime Rest en “Novela, cuento, teatro: apogeo y crisis”. Nos habla de la constitución histórica del género y luego continúa con el discurso teórico del realismo novelístico, para arrancar con el segundo Georg Lukacs (el primero era hegeliano puro) que se enraíza con  “premisas y métodos propios del pensamiento marxista” (p. 27). No puede, obviamente, eludir un hecho cierto de la novela: que ésta en sus diversas expresiones  “son textos heterogéneos y renuentes  de toda posibilidad de someterse a normas genéricas férreas” y a la vez existe un verdadero “polimorfismo” (p. 34).
No queda allí el análisis del ensayo de Retamoso, puesto que también estudia a la crítica a la doctrina realista como el formalismo ruso, con aportes de Roman Jakobson, las críticas a la doctrina realista de Roland Barthes, la deconstrucción iniciada por Jacques Derrida que “inaugura una modalidad crítica y reflexiva” aborda al objeto “desde su propia textualidad con el fin de deconstruir los supuestos, las aporías y la lógica donde se sustenta” (p, 52).
Luego nos habla de la persistencia de la metafísica y recala para ello en Martín Heidegger apoyándose en “Introducción a la Metafísica” del filósofo alemán. Me he detenido en esta parte del libro, puesto que sirve para situarse en el enfoque que el estudio dedica a Arlt, Fernández y Marechal.
El segundo capítulo sitúa el realismo literario en la Argentina, e incursiona en las obras de Manuel Gálvez y la confrontación de los grupos formados por Florida y Boedo en los años veinte del siglo pasado.
LOS TRES ESCRITORES
De estos capítulos introductorios, podríamos llamarlos, desemboca en los tres escritores  que dan vida a realismo y metafísica en sus novelas.
Roberto Arlt es analizado como una expresión del realismo al que, como es sabido, mezcla la crónica periodística, a la vez que agrega como ingredientes los inventos caseros de la época. Dice Retamoso que “El realismo de Arlt puede leerse como una hipérbole de la poética realista”. Y agrega, al analizar Los Siete locos/Los Lanzallamas, que “(…) la representación realista deviene en otra cosa. Esa otra cosa por momentos es una representación grotesca de personajes y situaciones, que evoca ciertos modos y lenguajes propios de una literatura expresionista” (p. 87). Ese expresionismo que detectó Beatriz Sarlo en la obra de Arlt cuando escribe que aquél “busca la tensión exasperada del expresionismo. Esa es su vanguardia posiblemente no conocida del todo” (“Escritos sobre Literatura Argentina”, p. 228).
A Macedonio Fernández es de quien, personalmente, conozco poco de su obra. Y el estudio que le dedica el autor me ha enseñado, desde su doxa, quién fue y cómo escribió su obra “Museo de la novela de la Eterna”. Ello me ha ilustrado bastante sobre la escritura, de no fácil acceso según se desprende del ensayo, de Macedonio Fernández.
En cuanto al tercero, Leopoldo Marechal, Retamoso lo ubica a través del análisis de “Adán Buenosayres” entre el realismo y la alegoría. Es conocido el silencio que se cernió sobre la novela cuando apareció, salvo la nota que hizo Julio Cortázar. Y ese silencio de la élite literaria se debió sin dudas a la filiación de Marechal como nacionalista-peronista-católico. El tiempo se encargó luego de romper ese silencio y colocar a la obra como uno de los aportes importantes a la novelística argentina. En el libro de Marechal en cierta medida, se siguen los pasos de James Joyce con su Ulises.
Un análisis pormenorizado de las etapas de la novela es la que realiza el autor. Y sitúa bien a los personajes que son representaciones, alegorías podría decirse estirando el término, de muchos de los que integraron el grupo Martín Fierro: Xul Solar, Borges, Girando, Marechal, la familia Lange y otros.
Bernardo A. Chiesi escribió que “El Cuaderno de Tapas Azules, 

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