lunes, 10 de septiembre de 2012

LIBRO DE ENTREVISTAS Y CRÍTICA*


Escribe Carlos Sforza*

He leído un libro sumamente interesante y con valiosos aportes, muchas veces con hechos y anécdotas desconocidos por el gran público.

Se trata de “Variaciones concertantes a la luz de los crepúsculos” de Tomás Barna (Ediciones La Luna Que, Buenos Aires, 2011). El autor es narrador, poeta, ensayista, dramaturgo, crítico literario y un hacedor cultural de destacada y larga trayectoria. Estuvo trabajando en París desde 1964 hasta 1988 y actualmente reside en Buenos Aires. En Victoria ha estado en más de una oportunidad y muchos amantes de las letras lo han escuchado en sus disertaciones

El libro de Tomás Barna realiza un paneo por diversos campos de la cultura. Comienza con entrevistas, continúa con una nota sobre Cortázar y el tango y concluye con algunos encuentros con gente que crea arte en diversas expresiones y comentarios de libros y de cine.

Resulta pues, un libro que es una verdadera miscelánea cultural, escrito con amor y cuidada calidad literaria. En la primera parte, Barna hace sabrosas entrevistas a escritores como Abelardo Castillo, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges como asimismo a destacados creadores de tangos como Enrique Cadícamo, Horacio Ferrer, Homero Espósito, Sebastián Piana, Osvaldo Pugliese, el pintor Sigfredo Pastor entre otros.

Los aportes, las respuestas que hacen los entrevistados, son muchas veces revelaciones de lo que está en la “cocina” del creador. Ello hace que gracias a la agudeza de las preguntas de Barna, cada entrevistado haga aportes que iluminan el quehacer de los mismos más allá de sus obras escritas, interpretadas o pintadas.

Un ejemplo de ello es una respuesta de Borges sobre las míticas bohemias de Florida y Boedo que siempre salen al tapete cuando se habla de los escritores de los años veinte en adelante del siglo pasado. La creencia que todo se gestó en una actitud ideológica y hasta se dice, clasista y que Borges desvirtúa y yo no sé si es como él lo dice o es solo una de sus humoradas. Y transcribo la pregunta del autor del libro y la respuesta del creador de “Ficciones”:

“Tomás Barna: ¿Qué importancia le da en las letras argentinas a esos dos grupos literarios que fueron el de Florida y el de Boedo?

Jorge Luis Borges: Sí, yo recuerdo muy bien. Eso fue una broma. Fue tramado por Roberto Mariani y por Ernesto Palacio, que dijeron: En París hay cenáculos, hay polémicas; eso hace que la vida literaria se haga más interesante. Aquí necesitamos eso. Entonces me avisaron a mí y dije: Bueno, yo no conozco la calle Boedo. Pero yo preferiría estar en el Grupo de Boedo porque la calle Florida no tiene nada de particular. Ellos –que ya habían creado ambos Grupos querían contar conmigo. Y don Ernesto me dijo: Ya te hemos puesto en Florida, y como es una broma… no importa. Y luego, eso ha sido tomado en serio por las universidades. Pero nosotros no lo tomamos en serio. Recuerdo que Nicolás Olivari era de Boedo y Florida. Ricardo Güiraldes era de Florida porque le habían dicho que tenía que ser de Florida. Roberto Arlt era de Boedo y era secretario de Güiraldes que -como dije- pertenecía a Florida. Y ya ve: a mí me pusieron en el Grupo de Florida sin que lo quisiera. Si yo estaba escribiendo poemas sobre las orillas de Buenos Aires. Jamás se me hubiera ocurrido escribir sobre el centro. Quizá por eso me interesan las orillas, porque las veo como un poco extrañas.” (p. 43).

Como se puede apreciar, las palabras de Borges echan por tierra lo que la mayoría entendía que era algo ideológico o de separación clasista. De todas formas el lector podrá interrogarse sobre la veracidad o no de la afirmación borgeana. Pero, como dice un refrán popular, “si no es macana, es macanudo”.

Con muy buen criterio, el autor cuando entrevista o habla de compositores y músicos, tiene el acierto de incluir al final de cada nota una antología de las obras de quien habla con sus títulos y los músicos que trabajaron en la creación.

Horacio Ferrer dice en una de sus respuesta que “Entonces pienso que toda la temática tanguística surge de esa singular alma de la ciudad de Buenos Aires, y –por extensión- Montevideo, Rosario y aún Córdoba” (p.104). Por su parte, Sebastián Piana afirma: “Y aquí quiero dejar bien sentado que para componer un tango o una milonga auténticos no hay que alejarse del espíritu del pueblo. La sencillez y el sentimiento son los factores principales; el tango y la milonga se han hecho para escucharlos, sí, pero para poder bailarlos y silbaros. ¡Hay que escribir para el hombre común, para el oído común, la calle!” Y agrega: “No caer en virtuosismos y tecnicismos exagerados. El tango posee un hechizo que le ha permitido resistir a todos esos embates destructores de músicos que sólo han pensado en ellos y no en el verdadero espíritu del tango” (p.114).

Las críticas de libros y películas son de diversos años. Algunas arrancan de la década del cincuenta del siglo pasado. Se nota el espíritu crítico que ya entonces caracterizaba al autor y que en sus años posteriores fue afirmando y demostrando su calidad.

Un libro que merece leerse para acercarse a creadores de distintos géneros del arte y, a la vez, descubrir cosas que ignoramos sobre su quehacer creativo y sobre su pensamiento puesto de manifiesto en las respuestas y opiniones que expresan.

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