miércoles, 14 de marzo de 2012

Harold Bloom y la creación literaria
Escribe Carlos Sforza*
Harold Bloom es un crítico literario mayor dentro de la especialidad. Y digo mayor, puesto que sus obras y estudios y sus enseñanzas universitarias y conferencias, lo muestran con una especial imagen: es un verdadero hacedor como crítico literario. Se podrá estar o no de acuerdo con sus enfoques pero, él, a cada línea que escribe le pone su impronta y dice su verdad.
EL AUTOR
Harold Bloom nació en Nueva York en 1930. Ha publicado más de treinta libros entre los que cito “La ansiedad de la influencia”, “El canon occidental”, “Presagios del milenio”,”Shakespeare”, “¿Cómo leer y por qué?”, “¿Dónde se encuentra la sabiduría?”, “Jesús y Yahvé”, “La Religión Americana”. Ha obtenido el MacArthur Fellow Award, el Premio Internacional de Catalunya, el Premio Alfonso Reyes (México) y el premio Hans Christian Andersen (Dinamarca). Es miembro de la American Academy of Arts and Letters.
Acaba de publicar un libro que es como la revisión y culminación de sus estudios sobre literatura siendo, como es, uno de los mayores especialistas en la obra de W. Shakespeare. Se trata de “Anatomía de la influencia - La literatura como modo de vida” (Tauros-Alfaguara, Montevideo –Uruguay-, traducción de Damià Alou,
octubre de 2011, 448 p.).
EL LIBRO
Estamos ante una obra ciclópea que muestra claramente la sabiduría de Harold Bloom y su sentido crítico. No en vano desde pequeño comenzó su relación con los libros de literatura y como él dice, “Cuando era muy joven, la libertad me llamaba a través de los poetas que primero amé: Hart Crane, William Blake, Percy Bysshe Shelley, Wallace Stevens, Walt Whitman, William Butler Yeats. John Milton y, por encima de todos, William Shakespeare (…) La sensación de libertad que conferían me sumía en el interior de una exhuberancia primordial” (p. 17).
Esas lecturas lo convirtieron en un crítico incipiente que luego, con el correr de los años, se transformó en uno de los mejores críticos de habla inglesa. Y esa vocación, asumida casi inconscientemente, hizo que su labor se fuera afirmando y encontrando en la discusión y el diálogo con colegas y personas interesadas en la literatura, en sus clases y contacto con los estudiantes universitarios con quienes solía discutir puntos de vista sobre personajes shakespearanos u obras del autor de “El rey Lear, nuevos puntos de vista.
En “Anatomía de la influencia”, Bloom dedica cinco capítulos especialmente a Shakespeare ya que lo considera una “presencia ineludible”. Casi una tercera parte del libro está dedicada a él; tres capítulos los dedica a Walt Whitman aunque el poeta estadounidense esté presente en numerosas ocasiones en la obra. No elude y lo hace con una crítica certera, justa, a Milton y “El Paraíso Perdido”. Las influencias de cada autor sobre sí mismo es rastreada con agudeza por Bloom de allí el título de su libo. Lo que hace es una verdadera anatomía de la influencia. Y de las influencias de algunos autores sobre otros que recogen lo que aquéllos han dejado en el pasado y lo utilizan de manera sutil, a veces en contrario a lo recibido, pero siempre con influencias ineludibles en la labor literaria.
Sinceramente al leer este libro de Harold Bloom he aprendido mucho. Sobre todo lo relacionado con Shakespeare y los personajes de sus obras que, a estar a lo que se lee en el libro, Bloom descubre facetas desconocidas o que pasan desapercibidas por el simple lector o por quien asiste a la representación de sus obras en el teatro o, incluso, en películas.
Aparte, para quienes hemos leído con avidez y admiración a James Joyce, encontramos en el libro de Bloom muchas referencias y reflexiones críticas sobre el autor del “Ulises”. Así recuerda, por ejemplo, que “Mary Reynolds me enseñó que Stefhen y Poldy, en el Ulises, son figuras duales no sólo de Shakespeare, sino de Dante” (p. 156).
Sobre Milton escribe H. Bloom: “El platonismo y el neoestoicismo le resultaban tan convenientes al ciego Milton, como el cristianismo, aunque su visión de la poesía como algo simple, sensual y apasionado es totalmente lucreciana. El poeta como poeta en la épica miltoniana se sentía atraído por Lucrecio exactamente de la misma manera en que Shakespeare amaba a Ovidio” (p. 184).
Harold Bloom ha escrito una obra que es extensa y a la vez comprimida. Porque a través de dos de sus pasiones literarias como son Shakespeare y Whitman, nos pasea con su criterio y, a veces, con su ironía, por una vasta extensión de la literatura de habla inglesa y también de otras lenguas cuando nos habla de Dante o de Leopardi. Yo diría que estamos ante la visión y el pensamiento de Harold Bloom sobre la creación literaria. Y de allí que “Anatomía de la influencia” sea una obra imprescindible para quienes dedican su labor a la crítica literaria. Conocer y valorar la manera de ver de un auténtico crítico como es H. Bloom.

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