viernes, 4 de febrero de 2011

¿PREGUNTA INCÓMODA?
Escribe Carlos Sforza*
Hay una pregunta que algunos escritores y periodistas, consideran incómoda. Es cuando se entrevista a un escritor y se le lanza la interrogación sin más ni más: ¿por qué escribe?
A raíz de esto, ADN Cultura La Nación ha realizado esta pregunta a cincuenta escritores de diversos países y diferentes temáticas. Y las respuestas han sido variadas como variopintos han sido los consultados.
La nota fue redactada por Jesús Ruiz Mantilla del diario “El País” de España y arranca, como no podía ser de otra forma, y como yo lo he hecho muchas veces al hablar de la palabra, del verbo, recordando lo dicho por San Juan en el Comienzo de su Evangelio. Había cosas creadas pero no tenían nombre. Y había que ponerles un nombre. En síntesis, había que darles una identidad para distinguir a una de la otra. Y en el principio era el Verbo y el Verbo estaba y era Dios…
Luego los hombres comenzaron a nombrar las cosas según el mandato de ese Dios. Y así fueron naciendo las palabras que nombraban y daban existencia propia a cada cosa.
El creador, hablo del escritor en este caso, continúa esa primera creación. Se constituye en un cocreador del universo que habitamos. Y no sólo eso, sino que amplía la visión y da entidad propia a otras vidas diferentes de las existentes. En la ficción, crea esas nuevas vidas que quizá no existieron nunca salvo en la imaginación del hacedor. Y de allí en más, comienza a poblar universos nuevos que perviven gracias a la creación de un hombre, el escritor, que supo darles vida propia.
LAS RESPUESTAS
En la encuesta a cincuenta escritores las respuestas son variadas. Algunas ocupan sólo un renglón o menos. Y otras se alargan. Cada escritor da sus razones del por qué escribe. Se enumeran varias de las razones expuestas por los consultados: para amar, para entender, para que nos quieran, para saber, por necesidad, por dinero, por costumbre, para vivir otras vidas, para dar testimonio, por miedo a la soledad, porque es lo único que se sabe hacer más o menos bien…
El novelista Javier Marías, por ejemplo, entre otras cosas responde: “Escribo para no tener jefe y no verme obligado a madrugar. También porque no hay muchas cosas que sepa hacer y lo prefiero y me divierte más que traducir o dar clases que al parecer sí sé hacer (…)”. Y concluye: “Lo que no hago es escribir por necesidad. Podría pasarme años tan tranquilo, sin escribir una línea. Pero en algo hay que ocupar el tiempo, y algún dinero hay que ganar. También escribo para eso”.
Como vemos, la respuesta de Marías es bien sincera y no pone tapujos en sus palabras. Hay quienes escriben para salir de ciertos estados de desánimo o por no sentirse bien. Así lo dice, por su parte, Juan José Millás: “Escribo por las mismas razones por las que leo: porque no me encuentro bien”. Es como buscar a través de la escritura un remedio a una enfermedad indefinida (o definida). Un acto de defensa de uno mismo frente a la invasión de algo que nos molesta y necesitamos vencer.
Rosa Montero, a su vez, hace algunas buenas elucubraciones sobre los motivos que la llevan a escribir. En su mente fluyen imágenes que se tornan verdadero torbellino y que ella necesita encauzarlas: “Escribo porque no puedo detener el constante torbellino de imágenes que me cruzan la cabeza, y algunas de esas imágenes me emocionan tanto que siento la imperiosa necesidad de compartirlas. Escribo para tener algo en qué pensar cuando, en la soledad tenebrosa de la duermevela, por la noche, en la cama, antes de dormir, me asaltan los miedos y las angustias”. Y busca al escribir, dice, un sentido al mal y al dolor aunque en realidad ella sabe que no lo tienen.
Como dije, hay contestaciones de excelentes autores que ocupan apenas un renglón o menos. Pero que en la síntesis dan una respuesta clara, contundente al por qué escriben. Así el caso de Umberto Eco que sencillamente responde: “Porque me gusta”. Qué más se puede agregar a esa confesión del novelista y semiólogo piamontés. Porque me gusta. Simple, contundente y con no poco sentido de humor la respuesta de Eco. También el caso del novelista mexicano Carlos Fuentes que a la interrogación responde con una pregunta: “¿Por qué respiro?” El lector puede sacar muchas consecuencias de la respuesta interrogativa del autor de “La muerte de Artemio Cruz”. Si no se respira no hay vida sino que sobreviene la muerte. La respiración es uno de los actos imprescindibles del ser humano para existir. Y, trasladando la respuesta de Fuentes a la pregunta originaria, tenemos que escribe porque si no, no vive. Así de sencillo, pienso.
Por supuesto que las respuestas tocan diversas cuerdas que hacen a las razones por las que cada creador escribe. Y esas cuerdas muchas veces parecen muy diferentes pero, hilando fino, se encuentran puntos donde se tocan. Porque el acto de escribir puede ser motivado por muchas causas. Cuando se es un escritor no de ocasión, sino de oficio o vocación o como quieran llamarlo, hay una necesidad de escribir que hace uno tome la pluma, se acerque a la máquina de escribir o desde el tecleado se exprese en la pantalla de la computadora, y comience a crear nuevas vidas, mundos surgidos de la imaginación del escritor que se plasmaran en obras que a su vez, trascenderán al autor para andar libres por el mundo de las letras en busca o a la espera de un potencial lector. Pienso que cuando Javier Marías dice que lo que no hace es escribir por necesidad, ha expresado una ironía. Creo que todo escritor lo hace, al escribir, por necesidad. Lo que puede ser el motor de esa necesidad varía, claro. Pero si se es escritor en serio, es decir, por vocación, se escribe por necesidad. Hay algo visceral que nos mueve a escribir. Como hay adicción a la lectura cuando se le ha tomado el gusto a la misma y se torna imprescindible para quien tiene esa adicción.
Para Vargas Llosa “en cierta forma la escritura ha sido como el reverso o el complemento indispensable de la lectura que para mí sigue siendo la experiencia máxima, la más enriquecedora, la que más me ayuda a enfrentar cualquier tipo de adversidad o frustración”. Y rememora la célebre frase de Flaubert: “Escribir es una manera de vivir”. Y agrega que en su caso ha sido eso, de tal manera, afirma, que “no concebiría una vida sin la escritura y, por supuesto, sin su complemento indispensable, la lectura”.
Razones que han dado y damos los escritores ante la pregunta por qué escribimos. Hay en la vida opciones que son definitorias de un porvenir: si se opta por la escritura es porque es esa manera de vivir de que hablaba Flaubert y glosa Vargas Llosa. Que no es poco decir. Y que muchos, quizá más de los que se cree, hemos adoptado.

1 comentario:

  1. No se las razones por las que los escritores escriben, no soy escritora, pero supongo que es una elección de vida, algo a lo que no se puede decir no. Es como preguntarse por qué pintan los pintores, o componen los músicos...son artistas, destinados a vivir de esa manera y hacernos a nosotros, sus receptores, la vida más placentera.
    Gracias a todos los creadores que al tiempo que viven según su vocación, colaboran con el resto en el desafío de vivir como humanos.

    ResponderEliminar