lunes, 25 de octubre de 2010

EL 5º CUARTEL CENIZA Y HUMO
Escribe Carlos Sforza
Acaba de presentarse la segunda edición del libro que escribiera Raúl R. Trucco sobre el viejo barrio de Las Caleras. Esta edición ha sido posible gracias al empeño y trabajo de la Sociedad Filantrópica “Terror do Corso” cuyo Comité Ejecutivo integran Leandro Guzmán, Juan Manuel Danielli, Eduardo Cabrera (h) y Ricardo Castillo. El libro tiene en tapa y contratapa valiosas ilustraciones de Gabriel F. Calabrese. Se trata del óleo “El Puerto de las Caleras” (tapa) y el dibujo “Cargando Cal” (contratapa).
Asimismo se han anexado a la obra primitiva el cuento de mi autoría: “El fantasma de la cal” ilustrado con otro valioso óleo de G. Calabrese; “Aquel Quinto que imagino”, breve y sentida estampa de Oscar Lami; Raúl R. Trucco”, semblanza de la actuación del autor del libro por Marcela Trucco y la recuperación y rediseño de todas las fotografías que ilustraron la primera edición, realizada por Juan Carlos Gonzálvez.
La edición, de muy buena factura, fue hecha por Ediciones Del Castillo de Rosario (Santa Fe), impresa en el mes de septiembre de 2010. Tuve a mi cargo la escritura del Prólogo de esta segunda edición, que a manera de comentario del libro, incluyo al pie de este breve comentario.
Debo destacar la labor de la Sociedad Filantrópica “Terror do Corso” que ya reeditó “La de las Siete Colinas” y ahora lo hace con esta obra de Raúl Trucco. Es el puente cultural que nos une con Rosario a través de los victorienses nucleados en dicha sociedad, que no olvidan el terruño sino que mantienen enhiesta la llama de la cultura y el arte a través de la unión física del viaducto y, sobre todo, de la comunión espiritual y cultural con la tradición y el quehacer de nuestra ciudad.
PRÓLOGO
Prologar la segunda edición de “El 5º Cuartel CENIZA Y HUMO” es una tarea grata y gratificante. Grata por lo que el libro y su autor, Raúl Ricardo Truco, significan en el quehacer cultural de Victoria. Gratificante porque releer esta breve obra es reencontrarse con un hermoso trabajo de recuerdos y estampas y, en mi caso, con su autor a través de sus escritos, que era amigo y con quien compartimos muchas tenidas literarias y de su boca escuché muchos cuentos, anécdotas y recuerdos del antiguo barrio de las Caleras.
En su brevísima introducción, Trucco define su libro y dice que “No es ningún trabajo con pretensiones históricas” y agrega más adelante: “Es nada más que una estampa, o mejor, varias estampas. Imprecisas como el humo. Informe como la ceniza”. Acertada presentación de lo que es este libro.
La obra está dividida en dos grandes partes. En la primera hace una reseña histórica, recogida en su gran parte por la tradición oral, de cómo nació el quinto y su desarrollo y final decadencia y cuasi extinción, como representante de sus orígenes de mediados del siglo XIX. La segunda la titula “Acá cerca y no hace tanto” en la que desfilan ocho hermosas estampas de recuerdos, personajes, vivencias de ese lugar emblemático de Victoria que en su extinción dejó un halo de misterio, de fantasmas que andan sueltos por las calles terrosas, por la costa, por la vieja Capitanía y se adentran en las casonas y caleras que, muchas ruinosas, hablan de un pasado que no muere porque la memoria y el olvido se conjugan para que puedan ser recuperadas como lo hace Trucco en sus estampas.
En la historia que narra sobre el nacimiento del 5º Cuartel, Raúl nos habla de la cal que era una de las principales industrias del lugar. Y aclara que el 5º “careció de canteras de piedra caliza. Las hubo en Victoria, pero no precisamente allí. Lo que floreció en este lugar no fue la industria extractiva de la piedra de cal, sino la transformación de ella”. De lo que deduce que esa industria no fue causa “sino consecuencia de la radicación inmigratoria”.
Cuando nos habla de la edificación, encontramos clara su explicación y el por qué de las primeras casas de dos plantas a la usanza europea y luego, su adecuación al clima local con casonas de una sola planta. Por haber oído a sus mayores y por sus vivencias de niño y jovencito, Trucco nos hace entrar en la vida comercial del quinto, en la explotación industrial de la cal, en los productos que salían por el denominado “puerto viejo”, con su Capitanía y lo que también hemos escuchado del trajinar de carros y carretones transportando la piedra caliza al lugar y los troncos de árboles para leña que alimentaban las caleras. Toma datos de diversos periódicos y de la recopilación de “Crónicas victorienses” que eran notas que el corresponsal del diario “La Acción” publicaba en Paraná. Ese casi anónimo corresponsal era el benedictino Padre Bernardo Daguerre, que tenía característica de periodista nato y dirigió varias publicaciones de la Orden de San Benito.
LAS ESTAMPAS
En la segunda parte, Raúl R. Trucco se muestra con una excelente veta para retratar a través de atrapantes estampas, momentos y personajes típicos del 5º Cuartel. Para ello hace uso de muy buenas descripciones, emplea una adjetivación adecuada, no sobrecargada, pero que fortalece el sustantivo al que acompañan, metáforas acertadas. Así describe ese lugar donde vivió su niñez y primera juventud: “Como una cuña detenida por el bracito que impedía una penetración más honda, se extendía un caserío de arquitectura y palpitaciones europeas, con calles polvorientas bajo el sol y barrosas cuando las nubes bajaban hasta su techo”. Habla, describiendo, de “nochecitas de invierno junto al brasero crepitante de chispas de ceniza y fuego” y de “atardeceres de verano con mosquitos y amorosos paraísos florecidos y que se renovaba con las luces de cada advenimiento repetido del sol”. Nos dice de las “caleras con su vientre rojo de fuego y su cabellera de humo despeinándose por días y por semanas”. Los recuerdos fluyen en esta parte del libro para recuperar lo que fue. Como en “El baúl de un inmigrante”, donde se guardaban los pocos recuerdos de la lejana tierra abandonada para llegar a la promisoria patria nueva. Y aparece el autor, en el final, ya que en aquel baúl añoso y lejano había libros y códigos. Esos “códigos que un descendiente alzó un día bajo el brazo para cumplir una vocación de abogado”.
Sus retratos de personajes típicos del viejo quinto, desfilan en estampas de excelente factura Y digo esto porque el autor sabe retratar y sabe utilizar recursos literarios apropiados para hacerlo, como cuando habla de “las chicharras con el tirabuzón de su canto”, o de Freschinou con “su sombrero verdinegro de años”. O de Tinoco con “la respiración agitada de un viejo sin edad”. También cuando hace un retrato moral en “Eran tres”: “Un día la muerte se llevó al más viejo. Se fue don Santos, llevándose consigo la rebeldía de su incipiente socialismo. Después fue don Oreste, encorvado de años y bondad”. Pinta las tertulias en el almacén de Fregaiase, que era el de sus antepasados. Desfilan las abnegadas maestras de la precaria escuela que funcionaba en el lugar. Y un halo de nostalgia, mucho de imaginación, no poco de fantasmas, se ciernen en las páginas que Raúl Ricardo Trucco dedicó a su querido 5º Cuartel. Y quedaron muchas otras figuras y anécdotas que solía contarme y que esperaban ser fijadas en el papel pero que se perdieron en el recuerdo de quienes tuvimos la suerte de escucharlas de boca del autor de este libro.
Es una obra que recupera una parte de nuestro pasado, escrita por quien conoció y vivió parte de ese mundo para muchos misterioso, del viejo barrio de las Caleras. Que algunos hemos rescatado en cuentos y relatos de ficción, pero que, como toda ficción, muestra una verdad. Y otros, como Raúl, lo han hecho con su abrevar en la tradición oral y su propia vivencia en el lugar.
¡Felices los pueblos que no olvidan y saben recuperar sus orígenes! En este caso, de los que vinieron en barco y encallaron en el 5º Cuartel y que se insertan en la historia lugareña gracias a la buena pluma de Raúl R. Trucco.

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