jueves, 29 de julio de 2010

“TEMO AL HOMBRE DE UN SOLO LIBRO”
Escribe Carlos Sforza*
He releído el artículo publicado por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez que bajo el título “Los hombres de un solo libro” publicó en el diario “La Nación” de Buenos Aires (03/07/2010).
Y lo he releído porque encuentro en su apretada síntesis motivo de reflexión sobre un tema que en todos los tiempos ha aparecido. Y, claro, también y en buena forma, en nuestra época.
Cuenta Ramírez que en Ginebra, caminando por la Gran Rue fue a visitar la Sociedad de Lectura, ubicada en un hermoso palacete y donde se aloja una de las mejores bibliotecas de aquella ciudad. Relata también que al llegar a la segunda planta, “sobre el marco de la puerta de acceso al mayor de los depósitos de libros, coleccionados a lo largo de dos siglos, hay una inscripción de advertencia escrita en latín, que reza: Timeo hominem unius libri, lo que en buen castellano quiere decir: Temo al hombre de un solo libro”.
Pensemos, como lo piensa el autor de la nota, que en Ginebra vivió Calvino quien era, precisamente, hombre de un solo libro: la Biblia. Y llama la atención que esa frase esté allí, en el corazón del calvinismo, como advertencia a quienes se aferran a un solo libro, es decir, al pensamiento único.
La historia de la humanidad, desde que existió el libro (con el formato y soporte que tuviese) nos muestra que han existido hombres de un solo libro. Que han impuesto ese libro que es decir, el pensamiento único, a los demás seres humanos. Y aún hoy, lamentablemente, constatamos la existencia de un fundamentalismo que no es sino fanatismo, centrado en el pensamiento único. Un maniqueísmo que separa buenos y malos, aceptados y réprobos. Donde los que están con el libro único son los buenos y los que no lo están, sino que tienen diversidad de pensamiento, son los malos.
LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA
La legendaria quema de la no menos legendaria (hoy reconstruida) Biblioteca de Alejandría, nos habla, según una tradición no desdeñable, del aferrarse al libro único. De ser hombre de un solo libro.
Borges escribió en “Historia de la noche” el hermoso poema “Alejandría, 641 A.D.” en el que nos muestra líricamente lo que era la Biblioteca que fue quemada. Comienza el poma con estos versos: “Desde el primer Adán que vio la noche/ y el día y la figura de su mano,/ fabularon los hombres y fijaron/ en piedra o en metal o en pergamino/ cuanto ciñe la tierra o plasma el sueño./ Aquí está su labor: la Biblioteca”. Y enumera qué hay en los anaqueles de esa biblioteca, donde está la historia, los sueños, la “gran memoria de los siglos”. Y en el final del poema, habla de su destrucción:”En el siglo primero de la Hégira, yo, aquel Omar que sojuzgó a los persas/ y que impone el Islam sobre la tierra,/ ordeno a mis soldados que destruyan/ por el fuego la larga Biblioteca”.
Precisamente Omar, según la tradición, ordenó destruir la Biblioteca de Alejandría porque contenía infinidad de libros, para él, inútiles, puesto que con tener solamente el Corán, era suficiente. Lo demás era superfluo. Omar, hombre de un solo libro, no admitía la disparidad de otros libros, no soportaba la presencia de tantos volúmenes que no reflejaran el pensamiento único que para él, fundamentalista sin dudas, era la única verdad que debía estar contenida en un libro.
LA BIBLIA
Hay quienes, a lo largo del tiempo, han tomado a la Biblia literalmente en todos sus párrafos y narraciones, y se aferran a ella como la única verdad porque es el libro de Dios. De allí han surgido muchas variantes, incluidas las sectas talmúdicas judaicas a las que se refiere Ramírez en su nota.
Por mi parte debo destacar asimismo, que en el desarrollo de la narración bíblica, hay sucesos que han inspirado a muchos a emularlos. No olvidemos, por ejemplo, que en los libros del Antiguo Testamento la poligamia estaba aceptada en muchos casos. Uno de ellos es el de Abraham y Sara cuando ésta, estéril, le ofrece a la sierva egipcia Agar para que con él tengan un hijo (Gn 16). O las mujeres de Jacob (Gn 31 y sgts.). Para citar uno pocos casos paradigmáticos.
Quizá estos casos fueron los que decidieron a Joseph Smith a aceptar la poligamia en la “Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” que fundó en 1830 en Estados Unidos ayudado por Oliver Cowdery. La poligamia fue dentro de las instituciones mormonas, una de las más discutidas. Al principio era practicada en la clandestinidad y fue oficialmente proclamada en 1852. Pero luego tuvo que ser abolida en 1890 para cumplir con las leyes constitucionales de Estados Unidos. Este ejemplo vale esencialmente para corroborar cómo muchas veces se aferran a un solo libro y aceptan el mismo pese a las prohibiciones existentes aunque a la postre, deben acatar lo que la sociedad legisla para vivir regularmente en esa sociedad.
MUESTRAS DEL PENSAMIENTO ÚNICO
En la historia del cristianismo han existido muchos hombres y sectores que ha querido imponer el pensamiento único. Ha habido “caza de brujas” por no pensar como ordenaba la iglesia. Hubo hogueras que no sólo convirtieron en cenizas los libros, sino a quienes pensaban de manera distinta al pensamiento, entonces considerado único, de la iglesia. Los hubo en el catolicismo como los hubo en las iglesias reformadas.
Asimismo es de advertir cómo los gobiernos autoritarios, buscan imponer un solo libro y eliminar al resto. Proceden como el Omar de la quema de la Biblioteca de Alejandría.
Adolfo Hitler en “Mi Lucha” sostiene enfáticamente que “Cualquier ideal del mundo (…) seguirá careciendo de fuerza para la vida de la nación hasta que no se haga de sus principios la base de un movimiento combativo (…) y hasta que sus dogmas partidarios no se convierta en una nueva ley fundamental del Estado, para toda la comunidad” (p. 127). Es la imposición del pensamiento único. Del libro único o de un solo libro.
Pensemos en el año 1933 y leamos lo que escribe Arthur Koestler: “En aquellos días ardían hogueras en las ciudades de Alemania. Por orden de Goebels se arrojaron a las llamas millones de libros”. Y ahora vayamos al año 1952 y escuchemos al mismo Koestler en su libro “La escritura invisible”: “En estos días nuevas hogueras arden en las ciudades alemanas de la zona soviética; otra vez las llamas destruyen nueve millones de libros” y hay dos ilustraciones que muestran y dicen en los epígrafes, lo que asienta el autor mencionado (pp.394 y sgts.).
Y sin ir más lejos, en nuestro país, en distintas épocas, hemos visto incendiar bibliotecas, quemar libros y allanar y secuestra volúmenes. Es que quienes tienen un libro único, y se apoderan de él haciéndolo bandera y dogma, no pueden admitir la existencia de otros libros. No pueden tolerar pensamientos diferentes. A la fuerza y con la furia que les da el fanatismo, arremeten contra todo lo que sea distinto. Quieren matar el pensamiento ajeno, el del que no piensa como su libro único. Y saben que lo deben hacer porque el pensar libera al hombre y, porque pese a su tozudez y violencia, no reconocen un hecho clave: las ideas no se matan. Se pueden acallar pero, a la postre, surgen como el ave Fénix y sirven para iluminar con las discrepancias lógicas, las mentes y los caminos de los hombres.
*Blog del autor: www.hablaelconde.blogspot.com

2 comentarios:

  1. Como bien lo expresa el Conde en esta nota, es de necios tratar de imponer un pensamiento único, un "solo libro"...las diferencias nos enriquecen, nos completan. No pierdo la esperanza de que algún día los hombres comprendan que ser diferente no nos enfrenta. También está en la Biblia el intento de destruir a Jesús niño, que recordamos como "día de los inocentes"...que terrible pasaje. Ni buenos, ni malos. Ni blancos, ni negros. Será entonces que debemos pensar en gris? Gracias por hacernos pensar...

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  2. Muy buenas reflexiones, mtreseses. Como siempre, contribuyendo a iluminar el pensamiento y, lo que hoy tanta falta nos hace,nivelar hacia arriba.

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