lunes, 20 de agosto de 2012

EDAD MEDIA: BELLEZA Y ARTE


Escribe Carlos Sforza*

Hablar de lo bello y del arte es uno de los temas que durante todos los periodos históricos se ha hecho. Es claro que no es sencillo ubicarse en cada uno de esos períodos puesto que, a la distancia, con preconceptos quizá, tenemos una visión propia de lo bello y el arte que incide en nuestra mirada sobre otros períodos.

Stanislas Fumet en la década del cincuenta del siglo pasado, decía que “(…) a partir del momento en que el arte ambiciona transferirnos desde un plano natural a un plano equívoco, sacarnos de nuestra condición efectiva para aclimatarnos en una suerte de Edén sensible, ¿se le puede considerar legítimo. Si es afirmativa la respuesta, ¿en qué consiste entonces ese privilegio excepcional de que goza el arte no bien elige como fin a la belleza en sí; cuál es el nombre de ese talismán que le permite dilatarse con total independencia, con plena autonomía, en el seno de una soledad completa, lejos del humano ruido, entre un crimen y una oración, libre de escrúpulos y aspirando exclusivamente a su propia perfección.” Y agregaba que “He aquí que se introduce un concepto nuevo: lo bello. Su signo esencial es la paz inhumana en la que reina y también cierta indiferencia para todo lo que no es él. (…) El arte invadido por el concepto de lo bello, tiende exclusivamente a glorificarlo y, para no estar por debajo de su tarea, todo lo subordina a ese concepto” (El proceso del arte, p. 17/18).

Es claro que ese concepto es del siglo XX, es decir de la modernidad. Y no es el mismo, aunque tiene ciertas connotaciones, con el concepto de belleza y arte que regía en la edad media.

No debemos desestimar lo que en períodos posteriores al medioevo, se pensaba sobre ese tiempo histórico que se sitúa en medio de la antigüedad y el renacimiento. Para algunos fue una época oscura, sin grandes aportes a la cultura, a tal punto que no hace tanto tiempo, un llamado filósofo argentino, sostuvo en un programa de televisión, que prácticamente no hubo filosofía en esa etapa. Lo cual, por supuesto, es una mentira a sabiendas o una supina ignorancia, puesto que el pensamiento filosófico se desarrolló con distintos matices y enfoques, entre cristianos, judíos y árabes.

EL PORQUÉ DEL TÍTULO DE ESTA NOTA

Todo se debe al libro de Umberto Eco, “ARTE Y BELLEZA EN LA ESTÉTICA MEDIEVAL” (Ediciones DEBOLSILLO, traducción de Elena Lozano Miralles, Bs.As., 2012, 272 p.). Precisamente el pensador y semiólogo italiano afronta un tema que busca dilucidar lo que la denominada leyenda negra, negó o escondió durante mucho tiempo, como una reacción a lo que fue la Edad Media.

En la Introducción, Eco dice: “Este libro es un compendio de historia de las teorías estéticas elaboradas por la cultura de la Edad Media latina desde el siglo VI hasta el siglo XV de nuestra era”. Como bien lo aclara el autor, se trata de un resumen y sistematización de investigaciones previas. Pretende, y lo dice y logra Eco, que el libro sea una “imagen de una época, no una aportación filosófica a la definición contemporánea de la estética, de sus problemas y de sus soluciones”.

Ello quiere decir que el libro busca mostrar las diversas, variadas y sabrosas vertientes del pensamiento medieval sobre un tema que no podemos verlo desde nuestra perspectiva del hoy, sino situarlo en el momento histórico en que se expresó a través de varios siglos y de numerosos pensadores de esos siglos.

Por supuesto que en la Edad Media, lo afirma Eco, existía una “concepción de la belleza puramente inteligible, de la armonía moral, del esplendor metafísico, y que nosotros podemos entender esta forma de sentir solo a condición de penetrar con mucho amor en la mentalidad y sensibilidad de la época”.

Umberto Eco trae en su nuevo libro una serie de aportes sumamente importantes para entender lo que los pensadores y artistas medievales pensaban y practicaban con respecto a lo bello, la belleza y el arte. Desde aquellos que, por ejemplo, creían y sostenía esa creencia, en que las iglesias debían estar despojadas de figuras que lo distrajeran al hombre del pensamiento y la concentración en Dios, hasta los que por el contrario, defendían la presencia de estatuas, pinturas y demás ornamentos de la arquitectura, que hicieran referencia directa o indirecta a Dios.

Así se plantea la utilidad y belleza en el pensamiento medieval. Por ello afirma el autor que “Los teóricos se esfuerzan a menudo en distinguir estas categorías y un primer ejemplo lo tenemos en una página de Isidoro de Sevilla para el cual lo pulchrum es lo que es bello de por sí y lo aptum es lo que es bello en función de algo (doctrina, por lo demás, transmitida desde la Antigüedad y pasada de Cicerón a Agustín y de Agustín a toda la Escolástica)”. Y en cuanto a lo bello en función de la utilidad (o también la belleza didascálica) hace un agregado el autor del libro comentado, que aclara mucho. Dice: “Esos mismos autores eclesiásticos que celebran la belleza del arte sagrado insisten en su finalidad didascálica; la finalidad de Suger es la que ya estableciera el Sínodo de Arras en 1025: lo que los simples no pueden captar a través de la escritura debe serles enseñado a través de la figura; el fin de la pintura, dice Honorio de Autum, como buen enciclopedista que reflexiona sobre la sensibilidad de su tiempo, es triple: sirve ante todo, para embellecer la casa de Dios, para traer a la memoria la vida de los santos y por último para la delectación de los incultos, dado que la pintura es la literatura de los laicos”. En cuanto a la literatura, es común que la misma sea considerada como que debe “ser útil y deleitar”.

El libro abunda en citas de posiciones encontradas, de la evolución del pensamiento sobre la belleza como armonía, del arte, de la numerologia pitagórica a otras muchas expresiones que hacen que la historia de la belleza y el arte medievales, sea más rica de lo que comúnmente se cree.

El concepto de lo bello como venía de la antigüedad clásica, es lo que visto o escuchado, gusta, hasta la belleza como esplendor de la forma, desfilan entre los muchos temas abordados por el autor en este valiosísimo libro.

Sostiene Eco que con la aparición de la caballería, se acentúa un valor básico medieval en el sentido estético. Así El Roman de la Rose, sostiene, “es un ejemplo de ello; el amor cortés, otro. (…) La mujer se convierte en el centro de la vida social y artística: entra en la literatura el elemento femenino que la fuerte época feudal había ignorado. Salen reforzados los valores del sentimiento, y la poesía, de operación objetiva, se transforma en declaración subjetiva.”

Es claro que buena parte del libro lo ocupa Santo Tomás de Aquino y sus conceptos sobre el arte, que está en la línea del hacer. La última parte la dedica a lo acontecido en el tema después de la Escolástica, donde habla de las estructuras del pensamiento medieval, de la estética de Nicolás de Cusa, del hermetismo platónico, de la Astrología versus providencia, de la estética como norma de vida. En suma, estamos ante una obra que no solamente hace el abordaje profundo de una temática apasionante en una época, la Edad Media, que ha provocado muchas polémicas, sino que ese abordaje lo hace sobre textos propios de la época (fuentes) y de los estudios de otros autores y del propio Eco, escritos sobre el tema.

Un libro que, para quienes deseen conocer a fondo, con una visión objetiva, el tema de la belleza y el arte en el medioevo, resulta no sólo interesante sino, diré, fundamental y necesario.





1 comentario:

  1. Estimado Carlos Sforza, le comento que necesito hacer una reseña de su libro "La rueda" que se incluirá en un interactivo para fomentar la lectura en los jóvenes mexicanos, pero desgraciadamente no encuentro información al respecto. ¿Sería mucha molestia si me indicara de qué trata su obra o en dónde puedo encontrar información sobre ella?
    Muchas gracias.
    -Raquel

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