miércoles, 11 de junio de 2014

LEYENDO A SUSAN SONTAG
Escribe Carlos Sforza*
Había leído esporádicamente a la ensayista, narradora y periodista Susan Sontag. Sus comentarios, entrevistas y notas, su labor de periodista en Sarajevo destrozada por las bombas serbias, siempre me llamaron la atención por el enfoque de quien escribía y la inclaudicable posición que siempre mantuvo.
Ahora he tenido la suerte de leer su libro “Cuestión de énfasis” editado por Alfaguara en traducción de Aurelio Mayor (Bs. As., 2007, 392 p.). Susan Sontag nació en Nueva York en 1933 y falleció en 2004.
Con una prosa trabajada, sin remilgos, la escritora nos entrega en este libro una serie de artículos de diversa índole. Y para adentrarse en la lectura hay que tener una visión bastante amplia y diversa sobre los temas abordados. Diría que no es una obra para la lectura de un principiante, sino para alguien que conozca a autores y temas que hacen a la realidad que vivió la escritora.
La autora estadounidense aparte de sus trabajos literarios, recibió importantes premios por su labor como, por ejemplo, el Premio Jerusalén por el conjunto de su obra (2001), el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y el premio de la Paz  concedido por los libreros alemanes.
EL LIBRO
La obra que acabo de leer con placer se divide en tres secciones: Lecturas, Miradas yAllí y Aquí. La primera se refiere concretamente al estudio y análisis de obras y autores y su mirada crítica campea en todo momento. 
En la segunda, Susan Sontag plantea un panorama enorme sobre diversos temas que ha estudiado y conoce bien: así se trate de la fotografía, la música, la danza, el teatro (es también autora y directora de obras teatrales). Sus acertadas incursiones en los diversos temas hablan a las claras de la capacidad, conocimiento y discernimiento de la estadounidense.
La última parte del libro nos muestra su pensamiento sobre diversos temas, sus viajes, la experiencia adquirida en ellos y nos muestra y nos sobrecoge con la puesta en escena, en la semidestruida Sarajevo, bajo la luz de algunas velas, de la obra Esperando a Godot.
Entre las afirmaciones de la Sontag, está ésta: “Por supuesto que todos los géneros de ficción se han nutrido siempre de la vida de los escritores. Cada detalle de una obra narrativa fue alguna vez una observación o un recuerdo o un deseo, o es el sincero homenaje a una realidad independiente de la identidad” (p.40).
Su estudio, muy bien trabajado, sobre Machado de Assis es iluminador. Como lo es la profundidad que pone de manifiesto cuando aborda la obra de Roland Barthes. Podría seguir enumerando casos como los prólogos que escribió
a la novela Ferdydurke del polaco que estuvo exiliado en nuestro país Witold Grombrowicz  o a la traducción de Pedro Páramo de Juan Rulfo.
Asimismo resultan ilustrativas las respuestas que dio en 1997 a un cuestionario de la revista francesa La R´egle du Jeu sobre los intelectuales y su misión. Dice, entre otras cosas, que “por intelectual quiero decir intelectual libre, alguien que, al margen de su mérito profesional o técnico o artístico, esté comprometido a ejercer (y por ende, implícitamente a defender) la vida mental por sí misma” (p, 329).

   Esta recopilación de ensayos, notas, experiencias y críticas de Susan Sontag es un valioso aporte al pensamiento y la cultura de nuestro tiempo,

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