ANTES Y DESPUÉS LA ESCRITURA
Escribe Carlos Sforza*
Por supuesto que tengo que hablar de Gabriel García Márquez.
El lector podrá preguntarse, ¿por qué se ha escrito tanto y tan bien sobre el
autor de “Cien Años de Soledad”?
Sencillamente porque ha sido uno de los grandes escritores que ocuparon el siglo veinte y de lo que va del veintiuno.
Su muerte pone fin a lo que durante 87 años nos entregó entre
recuerdos de la niñez con sus abuelos hasta después del encumbramiento con el
Nobel de Literatura.
PERIODISTA
Nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracatapa, pequeña población
en las costa atlántica colombiana.
Desde muy joven sintió una especial atracción hacia el
periodismo que mantuvo hasta su muerte.
Precisamente en una conferencia que dictó en 1996 en la Sociedad Interamericana
de Prensa, sostuvo: “Los periodistas no son artistas”. Y agregó: “Estas
reflexiones por el contrario se fundan precisamente, en que el periodismo
escrito es un género literario. Hace unos cincuenta años no estaban de moda
escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres
de imprenta, en el cafetín de enfrenten En las parrandas de
los viernes”.
La crítica del gran periodista que fue “Gabo”, se centran en
hechos puntuales. De allí que en la mencionada conferencia explique que “(…)
estas críticas para la educación general, pervertida por la masificación de
escuelas que siguen la línea viciada de lo informativo en vez de lo formativo”.
Gustaba decir que para un periodista lo importante no es dar la noticia primera
sino que este bien dada.
Su veta periodística la dejó entrever en sus relatos y en cómo
supo aprovechar “el estaño” de los bares para acumular experiencia.
EL ESCRITOR
¿Qué se puede agregar sobre García Márquez escritor a todo lo
dicho y escrito hasta hoy? Solamente la experiencia de haber gozado con la
lectura de sus muchos libros. Desde el que le dio fama y se editó en Buenos
Aires en 1967, y que leí pues cuando
apareció me lo prestó el Dr. Raúl Trucco (gran lector, él)
Hasta esa hermosísima nouvelle, “Crónica de una muerte
anunciada” y “El amor en los tiempos del cólera” para continuar con tantos
títulos donde “Gabo” pone de sí lo que le enseño el periodismo, el que él
practicó y hasta enseñó, y los relatos de los abuelos que vienen muchos de
ellos de las Crónicas de las Indias de donde salen escenas del realismo mágico.
La muerte de Gabriel Márquez, no por anunciada pega fuerte,
no.
Porque a través de su
genio periodístico y literario, vivirá entre nosotros y alguien, en un pueblito
como Aracataca o en una gran urbe, gozará con su obra.
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