sábado, 29 de mayo de 2010

VOCES PÓETICAS EN DOS CENTURIAS DE VICTORIA
Escribe Carlos Sforza*
Victoria se ha nutrido desde el siglo XIX de muchas voces poéticas. Y al hablar de voces poéticas me refiero a la poesía como lo fue en sus comienzos, antes que se hubiera divido en dos para llamar poesía a lo escrito en verso, y prosa (novela, cuento, relato, fábula…) a lo que no es verso.
Siempre recuerdo las palabras de Jorge Luis Borges en su tercera conferencia dictada en Harvard cuando decía que “(…) es una lástima que la palabra poeta haya sido dividida en dos” y agregaba “(…) los antiguos, cuando hablaban de un poeta –un hacedor-, no lo consideraban únicamente como el emisor de esas elevadas notas líricas, sino también como narrador de historias” (ARTE POÉTICA, p. 61). Es que como entonces, hoy debemos unificar el término sin distinción. Esas historias, sostenía entonces Borges, son “(…) en las que podíamos encontrar todas las voces de la humanidad: no sólo en lo lírico, lo meditativo, la melancolía, sino también las voces del coraje y la esperanza” (pp.61/62). De allí deduce el nacimiento de la épica y de ésta, su forma moderna, la novela.
Por eso desde el título hablo de las voces poéticas de Victoria. Para hacer una referencia a ellas, sin una enumeración cronológica que resultaría tediosa, sino marcando algunas características que no sólo encontramos en esa palabra escrita por los victorienses nativos o por adopción, sino en casi toda la literatura entrerriana.
César Blas Pérez Colman dice en su Historia de Entre Ríos, hace una observación sobre la gravitación esencial, la influencia en suma, que el paisaje ha tenido en el hombre de nuestra provincia y que, por ende, se refleja en su expresión creadora. Es decir, cómo el paisaje entrerriano influye en los que, en el caso de la literatura, escribimos.
Esa gravitación responde a tres elementos principales de la geografía provinciana: 1) Los grandes ríos circundantes (Paraná y Uruguay), 2) Las cadenas de colinas (en el centro de la provincia, en nuestra propia zona de Victoria), 3) la red fluvial interior (el Gualeguay, el Nogoyá, y los mil cursos de agua que como venas abiertas, irrigan la tierra. A ellos les agregamos dos elementos más: 1) La gran selva de Montiel y 2) el Delta del Paraná. Eso, sin dudas, hizo decir al ensayista, poeta y cuentista de Concepción del Uruguay, César Héctor Izaguirre que “la nostalgia de la tierra es un estado normal de los poetas”.
Existe un sentimiento del paisaje que es vital y unívoco, en tanto penetra los sentidos e influye en el espíritu. Históricamente esta manera de vivir el paisaje ha ido evolucionando en los escritores. Hoy el paisaje ha sido asimilado definitivamente por la literatura como verdadero valor afectivo.
LAS VOCES VICTORIENSES
Nuestras voces, las de mi lar nativo y mi propia voz, no somos ajenos al influjo del paisaje. Las ubérrimas tierras del departamento, los verdes de los campos y de las colinas, el riacho y las lagunas, los mil brazos que se desprende y surcan a su antojo las extensas islas, todo hace que sintamos el paisaje como algo vital, del que no podemos prescindir. El mismo ajetreo urbano, las subidas y bajadas de nuestras calles, hacen que estemos inmersos en un paisaje multifacético al que no podemos eludir.
Lo constatamos en un repaso de las voces que arrancan del siglo pasado y llegan hasta nuestros días. En la primera novela escrita y publicada en Victoria en 1898, “Viuda y Virgen”, del militar, periodista y escritor oriental radicado en nuestra ciudad, Pablo Díaz, hay una presencia del paisaje en las descripciones que hace tanto del río, como de las costas barrancosas y el mundo arbóreo que virgen entonces, entra por los sentidos y se aposenta en el espíritu. En la lectura de escritores y poetas de fines del siglo XIX y comienzos del XX, recogidos en revistas y periódicos de la época (como la siempre recordada “Vida Victoriense”), aparece en los escritos poéticos el paisaje como una impronta que va de la mano del escritor.
El siglo pasado nos muestra ese paisaje en la mayoría de los escritores victorienses. Desde los paisajes isleños de “El País de los Chajás” de Martín del Pospós, a los que rescata Gaspar L. Benavente en sus poemarios como también lo hace Marcelino Román. Lo encontramos en Rosa María Sobrón, en María del Carmen Murature de Badaracco, en Argentino Cejas para nombrar algunos pocos. Lo cual no quiere decir en absoluto que esté ausente de las voces victorienses, el hombre. Ese ser, del género que fuere, que es el que puebla y da vida al paisaje. En mis narraciones (novelas y cuentos) aparece el paisaje. Y aparece el hombre, con su pathos, ubicado y viviendo ese paisaje. Es que como muchos han dicho, el paisaje en algunos es un verdadero estado de ánimo. Y la literatura entrerriana y concretamente, la nuestra, lo expresa en sus obras.
Las nuevas generaciones de escritores también manifiestan en sus creaciones esa presencia del paisaje de las colinas, los verdes y el río.
Todo eso hace que nuestras voces transmitan en sus obras las características propias en cuanto a los elementos externos y estáticos. Pero como he escrito en otro lugar, la literatura dice de la condición humana y de su condición en el universo. Y así, cuando es una creación de arte literario, trasciende las características del paisaje sin dejar de estar en él, y expresa un modo de ser, un estilo de vida, una idiosincrasia.
Todo ello hace que esas voces auténticas, llenas de un paisaje insoslayable, con la presencia de lo humano habitándolo, transformando ese mismo paisaje, al ser victorienses, y reflejar el espíritu del lugar, no hacen sino trascenderlo e insertar sus propias voces en las voces de otros lugares que, a la postre cada una con su estilo, su personalidad, no hacen sino sumar en la gran voz de la literatura que desde cada aldea, retrata el mundo.

2 comentarios:

  1. Muy ilustrativa la nota sobre las voces Victorienses. Nuevamente el autor nos invita, de manera poética, a un recorrido en el tiempo por los diferentes aportes desde la narrativa a la cultura de nuestra tierra.
    Sin dudas el paisaje invade el espíritu de los creadores, se apropia y trasciende la carne. Se hace verso y recorre caminos. Y nos invitan a los lectores a compartir y completar el viaje.
    Gracias por devolvernos los verdes entrerrianos, asomados siempre en las historias que nos obsequian.

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  2. El Conde dijo...
    Gracias mtreseses Es una síntesis sobre el influjo del paisaje en los escritores entrerrianos y, concretamente, de nuestro pueblo: Victoria. Hay toda una tradición en ese sentido. Y, claro, el paisaje cobra vida con el hombre. Y en la historia de cada hombre se traduce una existencia no abstracta, sino concreta. Y, como sucede siempre, el hombre lleva puesto el paisaje. Y los escritores tratamos de reflejarlo en nuestras creaciones. El comentario que hace a mi nota es muy bueno como siempre que comenta.

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