LEYENDO A SUSAN SONTAG
Escribe Carlos Sforza*
Había leído esporádicamente a la ensayista, narradora y
periodista Susan Sontag. Sus comentarios, entrevistas y notas, su labor de
periodista en Sarajevo destrozada por las bombas serbias, siempre me llamaron la
atención por el enfoque de quien escribía y la inclaudicable posición que
siempre mantuvo.
Ahora he tenido la suerte de leer su libro “Cuestión de
énfasis” editado por Alfaguara en traducción de Aurelio Mayor (Bs. As., 2007,
392 p.). Susan Sontag nació en Nueva York en 1933 y falleció en 2004.
Con una prosa trabajada, sin remilgos, la escritora nos entrega
en este libro una serie de artículos de diversa índole. Y para adentrarse en la
lectura hay que tener una visión bastante amplia y diversa sobre los temas
abordados. Diría que no es una obra para la lectura de un principiante, sino
para alguien que conozca a autores y temas que hacen a la realidad que vivió la
escritora.
La autora estadounidense aparte de sus trabajos literarios,
recibió importantes premios por su labor como, por ejemplo, el Premio Jerusalén
por el conjunto de su obra (2001), el Premio Príncipe de Asturias de las Letras
y el premio de la Paz concedido por los libreros alemanes.
EL LIBRO
La obra que acabo de leer con placer se divide en tres
secciones: Lecturas, Miradas yAllí y Aquí. La primera se refiere concretamente
al estudio y análisis de obras y autores y su mirada crítica campea en todo
momento.
En la segunda, Susan Sontag plantea un panorama enorme sobre
diversos temas que ha estudiado y conoce bien: así se trate de la fotografía, la
música, la danza, el teatro (es también autora y directora de obras teatrales).
Sus acertadas incursiones en los diversos temas hablan a las claras de la
capacidad, conocimiento y discernimiento de la estadounidense.
La última parte del libro nos muestra su pensamiento sobre
diversos temas, sus viajes, la experiencia adquirida en ellos y nos muestra y
nos sobrecoge con la puesta en escena, en la semidestruida Sarajevo, bajo la
luz de algunas velas, de la obra Esperando a Godot.
Entre las afirmaciones de la Sontag , está ésta: “Por
supuesto que todos los géneros de ficción se han nutrido siempre de la vida de
los escritores. Cada detalle de una obra narrativa fue alguna vez una
observación o un recuerdo o un deseo, o es el sincero homenaje a una realidad
independiente de la identidad” (p.40).
Su estudio, muy bien trabajado, sobre Machado de Assis es
iluminador. Como lo es la profundidad que pone de manifiesto cuando aborda la
obra de Roland Barthes. Podría seguir enumerando casos como los prólogos que
escribió
a la novela Ferdydurke del polaco que estuvo exiliado en
nuestro país Witold Grombrowicz o a la
traducción de Pedro Páramo de Juan Rulfo.
Asimismo resultan ilustrativas las respuestas que dio en 1997 a un cuestionario de la
revista francesa La R ´egle
du Jeu sobre los intelectuales y su misión. Dice, entre otras cosas, que “por
intelectual quiero decir intelectual libre, alguien que, al margen de su mérito
profesional o técnico o artístico, esté comprometido a ejercer (y por ende,
implícitamente a defender) la vida mental por sí misma” (p, 329).
Esta
recopilación de ensayos, notas, experiencias y críticas de Susan Sontag es un
valioso aporte al pensamiento y la cultura de nuestro tiempo,