CINCUENTA AÑOS DE “RAYUELA”
Escribe Carlos Sforza*
Julio Cortázar publicó su célebre
novela “Rayuela” el 28 de junio de 1963 (Sudamericana, 1ª edición). Este año se
cumplen cincuenta desde aquella celebrada novela que fue, dentro de la
literatura un quiebre en cuanto su escritura y composición, son un claro
rechazo a las tradicionales estructuras novelísticas de la época.
Rosa Boldori escribió que “Al
internarse en el mundo laberíntico y fascinante que es Rayuela, todo lector
desprevenido se desconcierta fácilmente cuando encuentra a manera de prólogo,
un Tablero de dirección que le señala dos caminos posibles para recorrerla, ya
sea en forma corrida, desde el capítulo 1 al 56, donde encontrará la palabra
fin y podrá prescindir del resto, o bien alternando capítulos según un orden
completamente irregular indicado por el tablero (caps. 73-1-116-3, etc.)”
(Sentido y trascendencia de la escritura de Rayuela, Boletín de literaturas
hispánicas, U.N. L., Nº 6, p. 59).
Precisamente en “El libro de
bitácora”, el propio Cortázar explica por qué usó esas opciones de lectura. Y
por qué al utilizar una lectura salteada, el que lee es como si estuviera en el
juego de la rayuela. Y de allí el nombre del libro, que Cortázar, según sus propias
palabras, dudaba en llamarlo así o, en su defecto, Mandala. Es notable como en
el citado libro de Bitácora, que es una especie de diario paralelo a la
creación de Rayuela, Julio Cortázar no habla nunca de la obra como si fuera una
novela. De allí que algunos han hablado de una antinovela.
Beatriz Sarlo sostiene que la
aparición de Rayuela en 1963, era una novela que los lectores esperaban. Como
si su publicación en ese año se diera en el momento justo. Y desde su
aparición, que causó revuelo en el mundo literario, tuvo vigencia durante
varios años, sobre todo en ciertos sectores contestatarios.
Cortázar emplea en la escritura de
Rayuela una serie de citas que muchas veces surgen de la boca de Morelli, y
además sitúa a los personajes, imborrables por cierto como La Maga , Oliveira, Talita y el
mencionado Morelli, en diversos planos geográficos: París, Buenos Aires… Y en
situaciones que van de lo trágico a lo humorístico, que plantea dudas sobre la
razón, que en cierta forma ensalza la locura.
Además, maneja un lenguaje que se
ha considerado netamente rioplatense, pero con una soltura y precisión que
hacen de la obra una verdadera muestra del arte literario.
Antes de Rayuela, Julio Cortázar
era conocido y reconocido como uno de los grandes cuentistas de habla hispánica.
Recordemos sus cuentos “Casa tomada”, “El perseguidor”, “Final de juego” para
citar unos pocos. Cuando irrumpe con Rayuela produce una verdadera explosión en
la novela. Rompe, como queda dicho, con los cánones estructurales de la novela
tradicional y encauza una nueva escritura. Que muchos trataron, inútil y
fallidamente de imitar. Porque, hay que decirlo, Rayuela es inimitable como es
inimitable el propio autor.
En una entrevista realizada en
“Expreso”, le preguntaron a Cortázar qué autores tenía más presentes y qué
poeta, cuentista y novelista ha releído más veces. Él contestó: “-Sus preguntas
no son intercambiables aunque lo parezcan, y por eso las contesto por separado.
A la primera: los autores más presentes para mí son siempre los
francotiradores, los marginales, los alienados de la literatura (…) Imposible
hacer una lista; cito al azar a Jarry, a José Lezama Lima, a Roussel. En
cambio, cuando usted me pregunta por el
poeta, el cuentista y el novelista, a quienes he releído más veces, se refiere
en mi caso a aquellos cuya relectura significa un placer más que un riesgo, una
conciliación más que una aventura. Si vacilar le doy tres nombres: el poeta Keats,
el cuentista Borges, el novelista Dickens.” (Bol. Cit., p. 91).
En su nota “La novela esperada”
(2002), Beatriz Sarlo da una señal unívoca de lo que escribí al comienzo. Dice:
“Aparecida en 1963, Rayuela se convirtió, después de un breve período de
vacilaciones críticas, en la novela que todos reconocieron como el experimento
narrativo que ponía a la literatura
latinoamericana a la altura de los tiempos”. Y agrega: “Aunque hoy la
innovación de Rayuela esté agotada, durante los años sesenta fue el paradigma
de una revolución en la literatura. Y, en muchos aspectos, lo era.” Sarlo
considera a la novela como una “obra abierta” y sostiene que Rayuela “(…) es
una novela espacial y musical, cuyo material temático se presenta, se
desarrolla o se pierde y vuelve a encontrarse transformado” (Escritos sobre
literatura argentina, p.239 y sgts.).
Hoy, quizá, Rayuela no se lea como
fue leída en la etapa de su lanzamiento por Sudamericana. Pero, al celebrar
cincuenta años de la primera edición (a la que sucedieron reediciones y
traducciones a varios idiomas), no podemos sino recordar el hecho que plantó un
mojón en la novelística, como lo hizo James Joyce con el Ulises, Leopoldo Marechal
con Adán Buenosayres y muchos otros grandes escritores de diversos lugares. A
veces, desconocidos pero fecundos y buenos. Así, sin duda, no sólo se nutre
sino quGe pervive la narrativa a través de los tiempos y de los espacios.