lunes, 27 de febrero de 2012

UNA NOVELA Y LA MUERTE
Escribe Carlos Sforza*
El 7 de noviembre de 2011 se dio a conocer la novela ganadora del XXIX Premio Herralde de Novela por el jurado que integraron Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Fox y el editor Jorge Herralde. Como se hizo público por los diversos medios de comunicación, el premio recayó en la novela escrita por Martín Caparrós y editada en el mismo mes y simultáneamente en España y la Argentina. Se trata de “Los Living” (Editorial Anagrama, Buenos Aires, 2011, 432 pp.).
EL AUTOR
Martín Caparrós es ampliamente conocido en nuestro país y fuera de él. Es un escritor que podríamos decir mediático y, lo es por su obra y por ser a la vez un hombre polémico. Como se escribió en II Manifiesto, es “Un perturbador sistemático, un sembrador de dudas”.
Anteriormente obtuvo el Premio Planeta Latinoamérica, El Premio Rey de España, la beca Guggenheim y ha publicado una veintena de libros a los que se suma “Los Living” premiado en España.
EL LIBRO
Caparrós plantea una estructura novelística no convencional. Diría que es más bien transgresora de los cánones y, a la vez escrita a manera de una crónica donde se intercalan diverso tiempos, personajes y lo hace con una prosa trabajada y, con un uso para mí excesivo de palabras que suenan soeces en medio y a lo largo de toda la historia. Son palabras que vulgarizan el texto que, debo aclararlo, está muy bien pensado y, sobre todo, que con el avance de la lectura se vuelve cada vez más atrapante.
Nito, el personaje central, el que narra la historia desde antes de su concepción en el vientre de su madre, nace el día de la muerte de Perón. Ese día de llovizna pertinaz de julio de 1974. S u padre lo anota como Juan Domingo Remondo. No sabe el protagonista si era porque su padre admiraba al Presidente muerto o porque lo odiaba y por su muerte le puso sus dos nombres. Nito, como lo conocen todos, prácticamente no conoció a su padre que murió en un accidente atropellado por una automóvil en una calle de Buenos Aires.
La muerte, esa sombra que nos acompaña desde que nacemos, signa la vida del muchacho. Recibe las chanzas y burlas de sus compañeros de colegio primario y vive con un encono permanente hacia su madre que ha hecho pareja con Beto, quien antes trabajada en el taller de chapa y pintura de su padre.
La vida de Nito transcurre en una duda permanente. Era inteligente según decían en la escuela y lo repetía su madre. Pero resulta un personaje muchas veces contradictorio, que vive transitando diversas sendas, donde siempre aparece la sombra de la muerte. El encuentro con el Pastor Trafálgar lo cambia porque se dedica a ser el pregonero de la muerte que anuncia primero, casa por casa a los hombres que lo quieren recibir y escuchar y luego desde el púlpito del Pastor, en un galpón. Escala posiciones hasta llegar a un teatro donde dos días a la semana era el orador de la muerte que anunciaba sin “anestesia” a los feligreses reunidos. Llega un momento en que acosado por las dudas y el miedo, escapa del teatro y desaparece.
Paralelamente se desarrolla entre esos capítulos la otra historia de Nito junto a Carpanta y Titina, donde Carpanta, acosado por la droga y la locura planea hacer la gran revolución del arte en la Argentina. Y esa historia requiere de Nito para que pueda dar resultado, con el embalsamamiento de muertos y su colocación en el living de la casa. De esa forma la muerte se supera y siguen entre los vivos. Esa operación, que es incluso apoyada por una ley nacional, hace que a los muertos embalsamados no se lo llame así sino sencillamente los living. Sin dudas estamos ante una novela que va de la farsa a la realidad de la muerte, donde hay un brasilero aprovechador (el Pastor), un hombre autoritario y a la vez poseído por ser el gran artista (Carpanta), y el protagonista principal (Nito) cuya vida transcurre en un continuo sobresalto, en una duda permanente, en un preguntarse una y otra vez por el gran misterio de la muerte y hacerse cómplice del Pastor y de Carpanta para llegar a un final yo diría polémico donde envalentonado se casa con Susana Jiménez y concluye la obra con la figura de Nito que es “uno de los personajes más respetados de la patria y hay quienes suponen –aunque él sigue negándolo- que no pasará mucho tiempo antes de que se presente a una elección presidencial. Que, sin duda, ganará por muerte”.
Desde el comienzo al final, aparece de una u otra forma, con uno u otro disfraz, la muerte. La novela resuma humor, y nos da una visión ácida del mundo. La fiesta en la Sociedad Rural, con los perfiles recortados de famosos y no tan famosos que asisten, donde Nito anuncia la gran revolución de los living es una farsa excelentemente armada.
Salvando el uso desmedido de ciertas palabras y escenas que el autor coloca porque cree, como escritor, que debe hacerlo, y un final un poco cantado, estamos ante una novela con más de cuatrocienta páginas, que se hace leer con marcado interés y muestra el estilo y la creatividad de un escritor de fuste como sin dudas es Martín Caparrós.

domingo, 19 de febrero de 2012

San Nicolás: “MUERTO SIN DUEÑO” fue elegido para su exhibición
Del 24 al 26 de febrero la costanera de San Nicolás se convierte en un cine al aire libre para toda la familia. Este año, con películas como Un cuento chino de Ricardo Darín y más novedades.
El Ciclo de Cine Latinoamericano vuelve a su escenario original en la costanera, para recibir tres largometrajes provenientes de Perú, Colombia y Argentina. Organizado en conjunto por la Dirección de Cultura de San Nicolás, la Asociación Cultural Rumbo, la Fundación PROA y promovido por Ternium Siderar. En su cuarta edición, luego de consolidar su trayectoria en las ciudades de Houston, Bergamo, Monterrey y Zalau, entre otros lugares en que se lleva a cabo, esta iniciativa que promueve la cultura y la integración en las comunidades donde operan las empresas del Grupo Techint, llega a San Nicolás renovada.
Por primera vez, se presentarán en el Ciclo una serie de cortometrajes nicoleños. Durante la presentación del programa, Fernando Favaro, jefe de Desarrollo Social y Relaciones Institucionales, destacó “este año estamos dando un paso más allá, ya que estamos trabajando en forma integrada con la Asociación Cultural Rumbo y empezamos a generar un espacio para valorar lo rico que tenemos en San Nicolás y difundir en este espacio los cortometrajes de los talentos locales”. De la presentación tambén participó, Guillermo Goldschmidt, por la Fundación PROA, quien comentó: “el Ciclo de Cine Latinoamericano es parte de un proyecto cultural de la Organización Techint a nivel mundial, porque la vocación especifica de esta actividad no es solo la difusión de las películas sino su contenido, es poder lograr una amalgama tal entre las culturas de los países con los que la compañía interactúa cotidianamente”.
La proyección tendrá lugar del 24 al 26 de febrero a partir de las 20.30hs en la costanera (Av. Juan Manuel de Rosas y Lavalle) La entrada es libre y gratuita. En caso de lluvia el evento se realizará en el Auditorio Municipal.
Entre los cortometrajes elegidos está “Muerto sin dueño”, basado en el cuento homónimo de Carlos Sforza y que dirigió y filmó en San Nicolás, Nicolás Balletrini con un elenco nicoleño. Este cortometraje se exhibirá la noche de clausura, el próximo 26 junto a la película “Un cuento chino” con la actuación de Ricardo Darín. Sin dudas es un orgullo que entre los elegidos esté el film basado en el cuento del escritor y director de “La Mañana” que, por otra parte, ha tenido reconocimiento internacional cuando fue premiado en la Ciudad de Rosario (Santa Fe).
SOBRE LITERATURA
Escribe Carlos Sforza*
Siempre es bueno volver a hablar sobre literatura. Evidentemente se han escrito sesudos tratados sobre el tema; se ha debatido en congresos, reuniones, simposios; se habla de ella muchas veces frente a la mesa de un bar. Y, siempre también, quedan hitos para alcanzar, puntos para dilucidar.
El paso de la oralidad a la literatura fue, sin dudas, uno de los grandes avances de la humanidad. Pensemos que los grandes libros como el Vedanta, las Sagradas Escrituras, el poema del “Myo Cid”, “no son libros escritos, sino puestos por escrito a veces mucho después de su creación, y quizá justamente a modo de testimonio (…) Así Pisístrato hizo poner por escrito las rapsodias orales de Homero, cuando se notó en Grecia que empezaban a corromperse; es decir, a diferir entre sí, por medio de los rapsodas o recitadores” (L. Castellani).
Es cierto también que la oralidad es la forma común de transmitir y relacionarse con el otro. Pero muchas veces sucede que al reiterar una información, por razones desconocidas, se cambian palabras y se llega a tergiversar la información.
La literatura como tal, fue conformándose con el aporte de la oralidad. Pensemos en los famosos cuentos recogidos por los hermanos Grimm o de Perrault. Y también es verdad que a medida que se afianzaba la escritura se iba conformando un verdadero canon con el aporte de diversos rubros literarios. Si en un principio la poesía es todo lo que se escribe en verso o en prosa, con el pasar de los años se bifurca y queda como poesía lo que es verso, con un ritmo que le daban los meturgemanes o rapsodas, y lo que no es verso, la prosa, pasa a ser narración que se llamará cuento, relato, fábula o novela. Aparte, claro de los tratados filosóficos, de los libros religiosos, y de todo lo que abarca el gran espectro de la prosa.
Dentro de esta catalogación, ciñéndonos a la prosa, tenemos en literatura en los cánones aceptados en general, entre otros, los géneros cuento y novela. Y nos encontramos que es tan vasta la materia de cada uno de esos géneros, que ellos mismos se amplían y se bifurcan. Así dentro del género cuento podemos encontrar los realistas, los fantásticos, los de ciencia ficción, los policiales, los que mezclan lo real con lo suprareal. En cuanto a la novela las hay también de muchos géneros. Se habla de la novela psicológica, de la histórica, de novelas en clave, policiales, de ciencia ficción o fantaciencia.
A ello debemos sumarle un punto importante: la estructura del cuento o de la novela. El punto de vista de cada obra, sea en primera persona, o en tercera con un narrador onniciente. Existe una modalidad narrativa que marca la relación entre el lector y el narrador que es lo que se denomina estilo indirecto. “El narrador procura aquí dar (al lector) la imagen fiel del personaje, contagiando su modo de ver y de decir con los del propio personaje” (O. Tasca). Pensemos siempre que la ficción es una mentira que encierra en sí misma una verdad. “Pues lo propio de las novelas es justamente aparecer como ficciones en las cuales nadie cree, salvo el lector en el momento de la lectura” (Georges Jean).
En cuanto al tiempo de la novela, Oscar Tacca dice que “(…) es un tiempo de sueño, o mejor dicho, de ensueño. Ni presente ni pasado” Y agrega: “No es presente, porque la novela es lectura, y la lectura implica ya una distancia entre la narración y lo narrado. Y no es pasado, porque los sucesos se actualizan a medida que se avanza en la lectura. La novela reposa pues sobre la ineludible convención de un presente imaginario”.
Los tiempos en la novela, no se corresponden con el tiempo histórico propiamente dicho, ni con el tiempo del propio lector. Los tiempos de la novela se miden por lo que el narrador impone desde su interior, es lo que se llama el tiempo emancipado y Tacca da dos ejemplos: la celeridad de García Márquez en “Cien años de soledad y la morosidad de Proust en “Tiempo perdido”.
Recordemos también que por su estructura y contenido, diferenciamos el cuento de la novela. Enrique Anderson Imbert diferenciaba ambos géneros afirmando que el novelista despliega su concepción del mundo en un vasto conjunto de sucesos mientras que el cuentista aprieta su materia narrativa hasta darle una intensa unidad tonal.
La visión que despliega el novelista es amplísima y sobre la materia o personaje principal, se desprenden otras visiones desplegándose a la par de lo que es central en la novela. En el cuento, por el contrario, se trata de una historia que tiene por sí sola, sin aditamentos, una importancia indudable que lleva a que el lector quede atrapado y lo lea de un tirón.
Todo esto hace que la literatura tenga vigencia. Que los libros de ficción se lean con la avidez que despierta la historia narrada y, hecho esencial, la forma en que se cuenta y que convierte a ese libro en una verdadera obra de arte literaria.

lunes, 13 de febrero de 2012

UNA NOVELA QUE CUESTIONA
Escribe Carlos Sforza*
Hay novelas que motivan en el lector diversas reacciones. Las hay donde el suspenso tiene pendiente a quien lee; las hay que abordan historias de pasiones, de luchas, de guerras; las hay que muestran los aspectos psicológicos de un personaje o de varios. Y también, en una gama que podría extenderse en varias direcciones, las novelas que cuestionan.
“Los rebeldes” (Ediciones Salamandra, Barcelona, España, 2009, 255 p.) obra escrita por Sándor Márai es una novela que cuestiona. De allí que Il Giornale haya dicho que es “una novela extraordinaria, inquietante”.Y el autor, a la obra la publicó en 1930 y en 1988 la revisó y la edición de Salamadra es la versión definitiva de este libro de Márai.
EL AUTOR
Sándor Márai nació en 1900 en Kassa, pequeña ciudad de Hungría que hoy pertenece a Eslovaquia. Pasó un tiempo de exilio en Europa y cuando, después de la invasión de los tanques rusos a Hungría, llegó el régimen comunista, emigró a Estados Unidos en 1948. Las obras del escritor fueron prohibidas durante muchos años en Hungría y en el ocaso del régimen comunista reaparecieron sus libros en su país y, como se ha dicho, en el mundo entero. Márai se suicidó en 1989 en San Diego, Califormia.
Entre los títulos del húngaro, figuran obras como “El último encuentro”, “La herencia de Eszter”, “Divorcio en buda”, “La amante de Bolzano”, “La mujer justa”, “La hermana”, “La extraña”, “Confesiones de un burgués”, “¡Tierra, tierra!”, ¡Diarios 1984-1989”.
EL LIBRO
“Los rebeldes” transcurre en los finales de la Primera Guerra Mundial. Márai sitúa la novela en un pueblo donde los jóvenes, en edad para luchar en la guerra, han salido de allí. Quedan muchos hombres de edad, mujeres y adolescentes y niños que cursan sus estudios. El núcleo central de la novela es la vida de cuatro estudiantes, que se gradúan en la secundaria y están prontos a enfrenta la guerra, para ellos una de las tantas idioteces de los mayores, pues deberán alistarse e ir al frente de batalla.
Los cuatro muchachos, Tibor, Ábel, Erno y Béla se reúnen en lo que denominan la pandilla, y emprenden una lucha utópica contra las reglas y normas impuestas por los adultos. Son jóvenes de diversas extracciones sociales, con diferentes aptitudes, que se reúnen en secreto a beber, fumar, jugar a las cartas. A reunir objetos extravagantes que hurtan de sus propias casas y los ocultan. En la vida cotidiana cumplen su rol de estudiantes recientemente graduados, saludan con cortesía a los mayores a quienes, en el fondo, dicen odiar como a la vida ficticia que llevan aquéllos y saben, por cierto, que pronto ellos mismos, los jóvenes rebeldes, se incorporarán al mundo de los adultos y serán parte de la farsa que ven en ese ámbito.
Por cierto Márai que escribió esta novela a los treinta años de edad, es un escritor que maneja el lenguaje, los tiempos, los personajes y las descripciones con una gran calidad.
A medida que las historias de los muchachos y su entorno se desarrollan, el autor introduce descripciones de ambientes, de paisajes, de seres, con una prosa justa, adecuada y literaria que a veces toma vuelos casi líricos.
Todo cambia cuando al pueblo llega el actor Amadés y cambia el rumbo de la pandilla. Es la desintegración de la misma con la complicidad del prestamista Havas. Este personaje es una verdadera creación literaria del autor. Como lo es la de Amadés. Y el escritor húngaro sabe presentar los personajes y hacer de los momentos ridículos, a veces burdos, un mundo que se hace creíble, verosímil, en el cual se sumerge el lector.
The New Yorker dijo de esta novela: “Muy, muy buena (…) deja entrever gran parte de las últimas obras de Márai, pero es mucho más divertida y extravagantemente imaginativa”. El desenlace final, dramático pero no revulsivo sino presentado con un halo de poesía en la marcha del zapatero rengo con su hijo en los brazos, es un final digno de una excelente novela.
En “Los Angeles Times escribieron que “Márai traza unos personajes tan convincentes que, escena tras escena, la historia mantiene el suspenso”. Y es así. Uno comienza a leer esta obra que originalmente fue publicada en 1933, que tiene la estructura novelística que podríamos llamar clásica, y sigue la lectura ávidamente, pues la escritura de Márai es potente y potencia a lo que narra. Es una obra que hace pensar y por ello mismo, cuestiona al lector. Es en suma, una excelente novela de un narrador para la mayoría de los argentinos, ignorado. Pero que ahora, con las ediciones en español, puede ser leído y gozar con sus narraciones.

miércoles, 8 de febrero de 2012

EL PENSAMIENTO LITERARIO DE UN GRAN ESCRITOR
Escribe Carlos Sforza*
He leído con placer el libro de Abelardo Castillo, “Desconsideraciones” (Ediciones Seix Barral, Bs.As., 2010, 256 p.). El autor es un gran escritor como lo ha demostrado en sus novelas, en su obras de teatro, en sus cuentos –“Las otras puertas”, mereció el Premio de Casa de las Américas, Cuba), en sus ensayos. Ha recibido importantes premios como el Premio Internacional de Autores Contemporáneos (UNESCO, París), Premio Municipal de novela, Premio Nacional Esteban Echeverría, Premio Konex de Platino.
EL LIBRO
“Desconsideraciones” es un libro que debe leerse porque en él, el autor trata diversos temas donde no sólo analiza autores, obras y temas de la literatura, sino que encuentra en cada uno de sus escritos reunidos en esta obra, el pensamiento literario de Castillo.
Trata a los escritores abordados como seres humanos que utilizan la palabra de una manera que va intrínsecamente ligada a lo que ese escritor es.
Diría que Abelardo Castillo pone una nueva luz sobre cada autor que trata, sobre la manera de escribir ese autor, y cómo, muchas veces, una crítica ligera (a veces interesada), lo ha destratado.
Comienza con Roberto Arlt y muestra los vericuetos de ese hombre que se convirtió luego en uno de los mayores autores del siglo XX. Trata lo que muchos han dicho sobre que Arlt escribía mal y sobre lo que también algunos han afirmado: la incultura del autor de “Los Siete Locos”. Y desmitifica esas aseveraciones. Sostiene que el propósito existencial de Arlt es ser feliz. Y cita al autor: “Yo escribo para ser feliz, escribo para saber cómo se puede llegar a ser feliz, dentro o fuera de la ley”. (p.19)
Habla del polaco Witold Gombrowicz, quien vivió muchos años en la Argentina y a quien leí en los sesenta en la revista Cero. Tiene un recuerdo muy especial para el argelino francés Albert Camus y rescata un párrafo de su obra que lo pinta de cuerpo entero. Escribió el autor de “El extranjero”: “La nobleza del oficio de escritor está en la resistencia a la opresión, y por lo tanto en decir sí a la soledad” (p.42).
Recupera al Poe de su última obra en prosa, “Eureka” y nos da muchos indicios sobre la misma que, la mayoría desconoce. Incluye una ponencia realizada por A. Castillo en el encuentro sobre Arte y Locura, en la Universidad Madres de Plaza de Mayo (1999) con la presencia de psiquiatras y psicoanalistas, y penetra y da a conocer sus ideas y sus dudas, sobre la locura en los artistas.
Por supuesto que no podía faltar un breve ensayo sobre Jean Paul Sastre, padre del denominado existencialismo ateo, y que tanta influencia tuvo en la generación de Castillo. Lo ubica como era realmente Sastre y su pensamiento y lo que denomina el autor “su formidable esfuerzo hacia la coherencia” (p.73). Incluye una entrevista que
le hizo Alejandro Margulis en “Los libros de los argentinos”. En ella es interrogado sobre la novela “La Casa” de Manuel Mujica Láinez. Y Castillo da respuestas acertadas, felices, de esa gran novela de “Manucho” que siempre tengo presente como una de las obras mayores de nuestra literatura.
Desfilan asimismo Ernest Hemingway, Esteban Echeverría de quien dice en el final de su nota: “Tal vez debamos volver a los escritores como Echeverría para entender qué podemos hacer todavía con nuestras palabras” (p. ll7).
Desde todo punto de vista es valioso el ensayo “Freud,el humanista del subsuelo”, donde analiza las teorías del creador del psicoanálisis y entronca la teoría freudiana con la literatura. Nos habla de Píndaro de quien dice que “(…) el de la lengua de miel, el más perfecto de los nueve líricos de Grecia, era el poeta del deporte” (p.143) y de allí deriva a los escritores que han tomado el deporte como tema, ya sea la corrida de toros, el box y, agrego, el fútbol como lo demostró Roberto Santoro en su libro “Literatura de la pelota”.
Nos muestra aspectos pocos conocidos de Rafael Barret, quien viajó al Paraguay y desde allí, según le dijo Roa Bastos, “fundó la literatura paraguaya”. Lúcido, A. Castillo trata el tema “Los intelectuales y el poder” que merece ser leído por quienes se dicen o creen ser intelectuales.
Uno de lo estudios profundos, escrito con fervor diría, es el que dedica a Horacio Quiroga. En seis secuencias nos muestra a un Quiroga que en muchos aspectos conocemos y en otros, nos lo descubre. Finaliza este ensayo con “El hermano Poe, el hermano Quiroga”, donde dice que Quiroga es”básicamente un creador de personajes y Poe de situaciones”. Ambos contaban historias, y por eso agrega que “Hoy no está de moda contar historias. Hoy se escriben textos. Ciertos prosistas mínimos han descubierto que la literatura es una combinatoria de signos, como si alguien hubiera ignorado hasta hoy que el Quijote o “Los asesinos” están hechos con palabras”. Y concluye afirmando que Quiroga, como tantos otros buenos escritores, “descubrió en algún momento de su vida una verdad trivial: escribir un cuento es el arte de contar una historia inolvidable de la única manera posible” (p.244/245).
“Desconsideraciones” es un libro en el que Abelardo Castillo nos da su interpretación que es a la vez, mostrar su pensamiento literario. Todo ello con la solvencia de un gran escritor.
BREVE ANTOLOGÍA POÉTICA*
Escribe Carlos Sforza*
Ha sido publicada la 2ª edición de una breve antología poética. Se trata de “El pan en llamas” de Jorge Isaías ((Editorial Ciudad Gótica, Selección y prólogo Graciela E. Krapacher, tapa La Cesta de Pan de Salvador Dalí, Rosario, octubre de 2011, 68 p.).
Jorge Isaías es un poeta santafesino que reside en Rosario y en varias ocasiones me he ocupado de su labor poética, de escritor, de editor con La Cachimba, y a quien conocí hace varios años en un encuentro en aquella ciudad. Y con el que, por suerte, continúo en comunicación a través de la letra impresa. Es decir, de los libros.
Yo creo que Isaías es uno de los excelentes poetas que mantienen vigencia, actualidad, pues su poesía trasciende los muchas veces acotados límites del denominado interior del país, y se proyecta a nivel nacional y, pienso, fuera del país.
LA ANTOLOGÍA
La seleccionadora y prologuista Graciela E. Krapacher explica muy bien el sentido del libro. Dice que “Esta Antología es el producto de un exhaustivo recorrido a través de la obra poética del escritor (…) con el fin de seleccionar los momentos más significativos de su escritura, sin tener en cuenta las limitaciones cronológicas ni tampoco el espacio enmarcado por cada libro ni siquiera la sumisión ante sus poemas más sonados.” Y agrega: “La intención ha sido, bajo una especie de borradura demarcatoria, gestar otros límites elaborando un itinerario cimentado en la diversidad expresiva contenida en su estilo, el cual, por encima de aquélla, mantiene una impronta que lo distingue y que lo diferencia de cualquier otro poeta.” (p.7).
Y es verdad lo que anota la prologuista. Isaías mantiene su propia impronta, su propio estilo y hay temas y ambientes y personajes recurrentes en su lírica. Lo autobiográfico aparece en muchos de sus poemas. Pero con una carnadura tal, que enseguida el lector que conoce la obra del poeta, sabe que es de él. Es una vuelta a la memoria, a los recuerdos, a lo que en la niñez y adolescencia lo ha marcado hondo y ahora aflora a través de sus versos. Como decía el otrora renombrado colombiano Vargas Vila, “rememorar es vivir”. Y Jorge Isaías vive en la rememoración. Siente latir su sangre en el latido de la sangre del abuelo Abdul o el Kelo del que dice: Pero nació El Fabulador al oriente/ de estas tierras. Viajero. Gran contador/ de cuentos y regalador de ilusiones./ Kelo, cuentero por oficio./ ¿Dónde andará inventando aristas a la vida?/ ¿Qué mujeres seduciendo con su mirar azul/ y a contrapelo?” (p.19).
El pueblo Los Quirquinchos, sin edificios altos, ya sin el paso del ferrocarril, desviado de la carretera, es siempre para él eso: el pueblo.
Es que Jorge Isaías busca en la tierra lejana en el tiempo, su raíz y su lírica le dedica los más hermosos versos. Todo preñado de un ambiente ocre, otoñal, como que el otoño es uno de los temas recurrentes en sus versos.
A la par, no desconoce otros lares, como cuando poetiza su estada en tierra española, en tabernas, en el contrate entre turistas japoneses fotografiando todo y la imprevista aparición, surgido de las inmortales páginas de Cervantes, del Quijote y su escudero.
La poesía erótica, manejada con verdadero sentido lírico, está presente en algunos poemas de esta breve pero hermosa antología.
Krapacher al hablar de la concepción de la obra de arte, dice que “podríamos memorar el significado que Platón atribuía a los vocablos inventar y descubrir, y que no era otro más que recordar” (p.8).
Porque, como queda dicho, la poesía de Isaías tiene mucho, muchísimo de ese recordar. Y lo actualiza poéticamente para así liberarse en cierta medida de deudas del pasado y, a la vez, volver a vivir momentos idos pero que, por y en la poesía, se hacen presentes, actuales.
Es importante que la seleccionadora haya incluido poemas que no se encuentran en libros sino que fueron publicados en plaquetas y periódicos inhallables. Porque de esa manera podemos gozar de la lectura de esos versos brillantes, muchos con rasgos vanguardistas, “en algunas ocasiones cargados de hermetismo, entre audaces juegos conceptistas y metáforas; estas composiciones son poco conocidas, por esta razón me pareció trascendente incluirlas en esta Antología” (Krapacher, p.11).
Pese a su brevedad, la Antología “El pan en llamas” es un aporte importante para acceder a uno de los excelentes poetas que continúan trabajando en la creación lírica como lo hace desde Rosario,GGG Jorge Isaías.